27 octubre 2022

Moniciones (30 octubre 2022) XXXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

 

Monición de entrada

Amados hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Nos llena de alegría verles reunidos nuevamente en la casa de Dios para celebrar la Santa Misa Dominical. Llegamos ya al trigésimo primer domingo del tiempo ordinario.

Ante el perdón que Dios nos ofrece en la liturgia de hoy, abrimos nuestros corazones para que su gracia de derrame sobre cada uno de nosotros. 

Animados con esos sentimientos, iniciemos la santa Misa entonando el canto de entrada. De pie, por favor.

Moniciones a las Lecturas

Monición única para todas las lecturas

Hay palabras claves que resumen la liturgia de hoy: amor, fidelidad, compasión, ternura y salvación; con ellas las lecturas de hoy describen las relaciones entre Dios y el ser humano.

El pasaje del libro de la Sabiduría nos reconforta con un mensaje de esperanza, presentándonos a Dios como «amigo de la vida.» El salmista, por su parte, proclama a Dios como rey y Señor, pero deja bien claro que esa realeza y ese señorío radican esencialmente en su amor y su fidelidad a las criaturas. Jesús, el Hijo, encarna en su persona el amor y la fidelidad del Padre, garantizándonos de esta manera la auténtica salvación.

Con atención, escuchemos las lecturas de hoy.

Monición para cada una de las lecturas

Primera Lectura (Sabiduría 11, 22—12, 2)

El autor del Libro de la Sabiduría nos trae una reflexión sobre la grandeza de Dios y su misericordia. Dios ama, perdona y corrige. Escuchemos.

Salmo Responsorial (144)

El salmo 144

Hacemos hoy del salmo 144 nuestra oración, narrando las grandes acciones de Dios, difundiendo la memoria de su inmensa bondad, aclamando sus victorias. Hagámoslo diciendo todos:

Segunda Lectura (2 Tesalonicenses 1, 11—2, 2)

Con la segunda lectura de hoy, San Pablo comienza a introducirnos en el ambiente escatológico del fin del año litúrgico. Escuchemos estas advertencias sobre el final de los tiempos.

Evangelio (Lucas 19, 1-10)

Esta vez San Lucas no nos trae una parábola, sino un hecho que sucedió al llegar Jesús
a la ciudad de Jericó, ciudad comercial y rica, muy apta para que los recaudadores de impuestos «prosperen». Hoy viene la salvación también para nosotros, pero primero cantemos todos el aleluya, para escuchar esta gran noticia.

Oración de los Fieles

Elevemos, hermanos, nuestras súplicas a Dios, Padre misericordioso, y oremos por todos los hombres diciendo: 

Padre bueno, escúchanos.

  1. Por la Santa Iglesia de Dios, para que la unidad y la caridad mutua reine en la comunidad cristiana universal. Oremos.
  2. Por los gobernantes de las naciones, para que, siguiendo el Evangelio, puedan impartir justicia y obrar el bien de los pobres y explotados. Oremos.
  3. Por los hombres buenos, generosos como Zaqueo, para que su ejemplo admirable sea estímulo para todos. Oremos,
  4. Por los que pasan hambre y necesidad, para que haya hombres y mujeres que con generosidad hagan presente el amor de Dios auxiliando al que lo necesita. Oremos.
  5. Por todos nosotros aquí reunidos alrededor del banquete celestial, para que, viviendo según la voluntad de Dios, podamos amar a aquellos a quienes la sociedad deja de lado. Oremos.

Presentación de las Ofrendas

Dios ama todo lo creado, y como fruto de esa creación, obtenemos el Vino y el Pan, que ahora llevamos al altar, para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Cantemos.

Comunión

«Hoy tengo que alojarme en tu casa», ha dicho Jesús hoy a Zaqueo. También quiere alojarse en nuestros corazones, por eso acerquémonos a recibirle con devoción. Cantemos.

Final

Dios puso su morada entre los hombres como una luz que brilla en las tinieblas. La liturgia nos ha mostrado cómo Dios es misericordioso con todos nosotros. Vayamos ahora a ser signo de la misericordia de Dios con todos aquellos que nos rodean, comenzando con nuestra familia.

Será hasta el próximo domingo que nos reunamos nuevamente para una nueva celebración. Les esperamos.

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