19 octubre 2022

DOMINGO 30 DEL T. ORDINARIO / C-Reflexión

 (Lc,18,9 -14) /C


“El fariseísmo es una divinización de la mentira; un insulto a los hombres y a Dios. El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a otros”
(Jaime Balmes).

1.- El evangelio que acabamos de escuchar es una bella parábola en la que Jesús hace una dura crítica al orgullo ciego y absurdo y un excelente canto a la humildad que, como decía Santa Teresa, no es otra cosa que "LA VERDAD". En la parábola aparecen dos actitudes muy diferentes ante la vida: la actitud orgullosa del fariseo y la actitud humilde del publicano, dos actitudes que, como dice el cantor español David Demaría: “Orgullo y humildad no van cogidos de la mano.”.
- El fariseo jamás puede recibir la gracia de la salvación porque ya se cree salvado. El publicano, al darse cuenta su propio pecado, se pone en camino de la salvación. Dios está de su parte.
- El fariseo se las echa de lo que no es (Lc.18,11), vive de la pantalla, tiene puesta una careta para no darse cuenta de la verdad de su pecado; por eso, está incapacitado para convertirse. El publicano no le teme a mirarse a sí mismo, tal cual es; es sincero ante sí mismo y ante Dios (Lc.18,13); por esa sinceridad llega a darse cuenta de que tiene que cambiar de vida y da el primer paso: pedir el perdón (Lc.l8,13). Dios está da su parte.
- El fariseo es un orgulloso y autosuficiente: no necesita de Dios; él mismo se hace Dios. El publicano se ve pobre y necesitado y se acerca con humildad al único que le puede sacar de su miseria: Dios. Dios está de su parte.
- El fariseo es un arrogante: se cree la última pepsicola del desierto; por eso se hace odioso ante Dios y ante los hombres. El publicano, es la sencillez personificada; por eso se hace amable ante Dios y ante los demás. Dios está de su parte.
- El fariseo no tiene corazón y, si lo tiene, no lo utiliza (Lc.18,11); mira a los demás con desprecio; por eso, sale del templo con más pecado (Lc.18,14). El publicano ni juzga ni condena a los demás; sólo se juzga a sí mismo y, por eso, sale del templo justificado (Lc.18,14). Dios está de su parte.
- El fariseo no va a la oración para encontrarse consigo mismo y con Dios, sino para echárselas ante Dios y ante los demás de lo que no es; por eso, su oración es falsa y termina siendo una ofensa a Dios, a sí mismo y a los otros. Con razón decía el escritor francés Moliere que “La hipocresía es el colmo de todas las maldades.” El publicano, sin embargo, va a orar con sinceridad ante el Padre Dios y en la oración se encuentra con Dios, consigo mismo y con los demás; por eso su oración es eficaz Dios está de su parte.
+ El fariseísmo constituye siempre una amenaza para la sociedad, para uno mismo y, por consiguiente, para la comunidad cristiana. El filósofo español Jaime Balmes decía: “El fariseísmo es una divinización de la mentira; un insulto a los hombres y a Dios. El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a otros.”
+ Una sociedad no puede subsistir:
+.- Engañándose a sí misma y aparentando lo que no es.
+.- Dejándose manipular por las grandes agencias informativas que ocultan, deforman o dan la verdad a medias.
+.- Con unos dirigentes políticos que juegan al engaño y a la mentira con el pueblo.
+ Unos esposos no pueden jugar a engañarse porque, más tarde o más temprano, ese matrimonio se destruirá.
+ Unos jóvenes no pueden estar jugando a la mentira y al engaño; ese juego es muy peligroso y les pueda hacer caer en errores muy lamentables.
+ Una Iglesia que juega con el evangelio falsificando o modificando la verdad de Jesús, cae en la lamentable consecuencia de no ser creída.
San Pablo le dice a los Efesios que se dejen del mundo de la mentira: “Desechando la mentira, decid la verdad unos a otros” (Efes.4,25). El escritor español Ángel Ganivet decía: “Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía.”
- Jesús, en el Evangelio de Juan, nos dice que sólo “la verdad nos hará libres" (Jn.8,32). LA HUMILDAD, QUE ES LA VERDAD, DUELE, PERO SÓLO LA HUMILDAD, SALVA.
Decía el político y diplomático francés Talleyrand: "Hay algo más peligroso que la calumnia: la verdad."
LA MENTIRA Y EL ORGULLO CONDENÓ AL FARISEO. El escritor italiano Dante Alighieri, por ello, decía: “Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo.” LA VERDAD SALVÓ AL PUBLICANO. LA VERDAD DUELE; PERO SÓLO LA VERDAD SALVA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario