02 octubre 2022

Celebrando la Palabra - XXVII Domingo del Tiempo Ordinario - (2 de octubre)

 Celebración del XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. 2 de octubre de 2022.

 

 

1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos poner delante del altar un cartel con una de estas frases: “Señor, auméntanos la fe” o “No hay razón para el orgullo”.

 

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición. Estamos aquí porque Jesús significa mucho para nosotros. Y celebramos la fe para avivar el deseo de extender el Reino de Dios y su modo de vida. Para ello se nos ha dado un espíritu de energía, amor y buen juicio, como escucharemos en uno de los textos bíblicos.

La fe, que hemos recibido gracias a la preocupación, al trabajo y, sobre todo, al testimonio de muchos, la tenemos que animar en la propia vida y en la de los demás. He aquí la motivación para este domingo.

Canto

Saludo. Hermanos y hermanas, bendigamos al Señor por el regalo precioso de la fe.

Acto penitencial

Porque no cultivamos la fe con esmero, Señor, ten piedad.

Por nuestras cobardías e infidelidades, Cristo, ten piedad.

Porque evangelizamos poco y a veces con vergüenza, Señor, ten piedad

Gloria

OraciónPadre nuestro, que con amor generoso nos desbordas llenándonos de tu inmensa ternura, haciéndonos misericordiosos, Líbranos de toda duda, para poder llegar a vivir en autenticidad la realidad de tu Reino: Paz, y fraternidad universal. Pr J. N. S.

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. Según sea el arraigo y el cultivo de la fe, sentiremos con más o menos pasión, la llamada a dar la cara por Jesús y su mensaje liberador. Ejercitar este compromiso es una experiencia apasionante que define a todo buen cristiano. San Pablo, en un ambiente hostil al mensaje del Evangelio, anima a Timoteo a mantener la fe que ha recibido y a tomar parte en las duras tareas del Evangelio. Este trabajo es una responsabilidad que pocas veces cumplimos perfectamente. Pero aún en el caso de que fuera así, (que cumplamos bien el encargo), nuestra actitud tiene que ser como nos indica hoy el Evangelio: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Lecturas. Ha1,2-3; 2,2-4. Salmo o canto. 2Tm 1,6-813.14, Aclamación. Lc 17,5-10. Breve silencio

Comentario homilético. ¡Que petición tan hermosa la de los discípulos!: Señor auméntanos la fe”. Todos los cristianos y cristianas nos la podemos aplicar: Señor danos una fe auténtica, limpia de todo interés; una fe que nos enseñe a vivir y a ayudar a vivir a lo demás. Una fe que valora la espiritualidad, que trabaja por los valores y transforma los ambientes.

Sí, hermanas y hermanos, la fe es un recurso del que podemos echar mano, aunque nos fallen todos los demás. Es el gran don, un tesoro de inmenso valor. Con ella se pude conseguir lo más difícil, lo más extraordinario. Es una virtud teologal saturada de proyección

La persona de fe cuenta con motivaciones profundas, respira espiritualidad, y sorprende con compromisos arriesgados. Y es que la fe no solo humaniza y santifica, sino que nos lanza a utopías cada vez mayores, pero siempre posibles. Así fue la trayectoria de Jesús, el creyente por excelencia.

A la persona entusiasmada por la fe, se le han de notar las recomendaciones que Pablo dirige a Timoteo: “No hemos recibido un espíritu cobarde sino un espíritu de energía, amor y buen juicio”. Por tanto, no hemos de tener miedo “de dar la cara por nuestro Señor”; al contrario, hemos de “tomar parte en los duros trabajos del Evangelio” y vivir “con fe y amor cristiano”. Nunca nos faltará la ayuda del Dios que nos envía y nos habita.

Y un apunte de importancia. En este campo de la fe nunca hay motivo para el orgullo, ni para la vanagloria, sino para la obediencia a la Palabra, la entrega, la colaboración y el agradecimiento. Porque en el mejor de los casos, cuando un día acabemos rendidos, pero satisfechos por lo que hemos realizado, sólo tiene sentido decir: simplemente “hemos hecho lo que teníamos que hacer”. (Silencio de interiorización.)

Credo

Oración de los fieles

Por todos los creyentes, para que vivamos como verdaderos testigos, roguemos al Señor.

Por cuantos no han experimentado el don de la fe, para que les ayudemos a descubrirla con nuestro modo fraterno de vivir, roguemos al Señor.

Para que no seamos un obstáculo, en el camino de la fe en nuestras comunidades, roguemos al Señor

Para que no tengamos miedo de dar la cara por el Evangelio, roguemos al Señor.

Por cuantos formamos nuestra Comunidad cristiana y por nuestro pueblo, roguemos al Señor

 

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. La fe nos impulsa a comulgar. Y la comunión nos estimula a ser comprometidos y valientes. Agradezcamos a Dios el Espíritu con que nos anima.

Introducción al Padre nuestro

Te bendecimos, Padre bueno,
porque diriges con sabiduría los destinos de la creación
y cuidas con amor de todas las criaturas.
Tú oras nuestros caminos iluminas nuestros senderos
y nos invitas al riesgo y a la superación.

En Jesús te has desbordado bendiciéndonos
y nos has sorprendido hasta querernos como hijos.

Nos has ceñido de valor y dignidad
y no cesas de brindarnos la ocasión
de ser luz y presencia bienhechora.

Muévenos, Padre, para que la creatividad no decaiga.
sintiéndonos de tu parte con gestos y acciones de humanidad.

Danos tu Espíritu,
el que has puesto es tantos profetas de calidad,
cárganos de valor para no esquivar la verdad del Evangelio.
y auméntanos la fe
para servir incansablemente del lado de la Vida.

Sorprendidos por tu amor te decimos: Padre nuestro... .

Gesto de la paz

Distribución de la comunión

Acción de gracias

Gracias, padre, por la fe.
Nos inspira evangelio, santidad, transcendencia...
Gracias por tu Espíritu de energía, amor y buen juicio.

Tu presencia, nos embellece y nos provoca
para dar la cara por lo que humaniza.

Señor, auméntanos la fe y la capacidad de servicio.
No permitas que la vanidad asome en nuestras vidas,
porque todo lo bueno procede de Ti

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Dar la cara por Jesús y por el Evangelio.

Oración después de la comunión: (se toma del misal)

Bendición

Monición final. Hermanas y hermanos, la celebración que hemos compartido continua ahora en la calle, en la casa familiar, en el bar, en el trabajo... El Señor nos invita a airear el Evangelio allí donde se debatan los problemas y las preocupaciones de las personas. Recordemos que se nos ha dado un espíritu de energía, amor y buen juicio para evangelizar. Es tarea urgente. El Señor no nos fallará.

Canto final y despedida

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