LOS MANEJOS DE UN ASTUTO
Por Gustavo Vélez, mxy
1.- “Entonces un hombre rico llamó a su administrador y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido”. San Lucas, Cáp. 16. Miembros del sanedrín, funcionarios de Herodes, terratenientes y comerciantes conformaban la clase rica de Jerusalén en tiempos de Jesús. Había entre ellos negociantes de grano y fabricantes de vino y aceite, que empleaban administradores y obreros. A veces las mercancías se pagaban en dinero. Otras se permutaban o se daban en préstamo hasta la próxima cosecha. Todo esto lo aprendemos en las parábolas del Maestro.
Un día Jesús nos habló de un mayordomo, capaz seguramente, que sin embargo fracasó de buena o mala fe en su tarea, y perdió por lo tanto el favor de su amo. Éste lo llamó a cuentas, aunque dándole tiempo para explicar su gestión. Entonces aquel hombre saca relucir su astucia: ¿Qué voy a hacer cuando me quiten el empleo? “Para cavar no tengo fuerzas. Mendigar me da vergüenza”. Resuelve pues ganarse a los deudores de su señor falsificando las facturas. Cuando me despidan, se dijo, encontraré “quién me reciba en su casa”.
2.- La parábola presenta dos ejemplos, aunque pudieron ser otros más, de las trampas que fraguó mayordomo: ¿Cuanto debes a mi señor? - Cien barriles de aceite. - Toma de inmediato tu recibo y escribe cincuenta. ¿Le adeudas a mi amo cien cargas de trigo? Pronto. Cambia tu documento y ya no debes sino ochenta. Jesús orienta su parábola desviándola luego de la realidad. Así convenía para presentar su enseñanza. Porque el rico estafado no se enoja con su mayordomo. Más bien lo alaba por labrarse un futuro, así fuera de una forma injusta. Y termina el Maestro: “Los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz.” Más tarde san Pablo, llamará también “hijos de la luz e hijos del día” a los fieles de Tesalónica. Es decir cristianos, que se empeñan en el proyecto de Dios.
3.- Otro día Jesús había indicado a sus discípulos que el Reino de Dios “padece violencia y solamente los violentos lo arrebatan”. Entendemos que esta violencia significa el esfuerzo cotidiano, la lucha con las fuerzas negativas que nos asedian. Ahora el Maestro nos habla de la astucia. La cual se identifica con un sentido común, avisado y prudente, que ofrece soluciones acertadas a situaciones imprevistas.
Los santos que la Iglesia nos presenta como ejemplo, fueron ante todo creativos y originales, en las circunstancias adversas que vivieron. De igual manera, los notables que recuerda la historia, se enfrentaron a una dolorosa realidad y la trasformaron positivamente. Ante el mundo de hoy esa astucia, recomendada por el Señor, podría traducirse como honradez a toda prueba, capacidad de iniciativas y sobre todo, solidaridad. No valemos como creyentes del montón, con cuyo esfuerzo el mundo actual no cambiará ni un milímetro.
4.- Aquel mayordomo despedido confesaba que para cavar no servía, de mendigar tenía vergüenza. Sin embargo los cristianos de este siglo podemos ahondar en nuestro propio corazón y en aquél del vecino, para desenterrar muchos talentos, con los cuales es posible reconstruir el mundo. Podemos mendigar, no por las calles, pero sí en el entorno familiar y social, a favor de los más necesitados.
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