07 septiembre 2022

Moniciones Domingo XXIV del Tiempo Ordinario 11 de septiembre de 2022

 

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed bienvenidos un domingo más a la Eucaristía. Hoy es la fiesta de la misericordia divina. Vamos a oír hablar de perdón y, tal vez, nos parezca una cosa muy singular en estos tiempos, duros y violentos, en los que mucha gente cercana a nosotros habla de que “no se arrepiente de nada”. Pero para descubrir el corazón amantísimo del Padre –lo más sublime que existe—tendremos primero que aceptar nuestras faltas, nuestros abandonos, respecto a Dios y a los hermanos. Si no es así, jamás llegaremos a saber cuanto nos ama el Padre. Y algo sobre nuestras lecturas de hoy: y es que si siempre la liturgia dominical nos da un excelente ejemplo de la lógica relación de los textos sagrados para ofrecernos una enseñanza completa, hoy esa coordinación es bellísima, útil y muy didáctica.


MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS

1.- En la primera lectura, del Libro de Éxodo, nos muestra la conversación entre Dios y Moisés sobre las infidelidades del pueblo judío. El resultado final de tal conversación es el perdón de Dios y el ofrecimiento de una nueva oportunidad para seguir siendo el pueblo elegido.

S.- El salmo 50 –el Miserere—ha sido utilizado, tanto por el pueblo de Israel, como durante muchos años por los cristianos—como himno penitencial. Pero es un salmo que termina con la enorme alegría de saber que Dios nos ha perdonado. Fue considerado hasta el Concilio Vaticano II como un salmo triste, hoy hemos sacado de él un mensaje de alegría y de esperanza.

2.- Comenzamos hoy la lectura de la Carta de san Pablo a Timoteo. Es una carta pastoral, de enseñanza, pero en ella se nos revela que el apóstol ha sido un buen ejemplo de la misericordia divina al pasar e perseguidor de la Iglesia a uno de sus más importantes pilares.

3.- Vamos a escuchar en el evangelio de San Lucas tres parábolas sobre la misericordia de Dios: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la extraordinaria narración del Hijo Pródigo. En ellas se muestra la alegría de Dios por la conversión de –aunque solo sea eso—de un pecador. La del Hijo Pródigo es, sobre todo, la gran catequesis de Jesús de Nazaret sobre la bondad, la ternura y el amor sin límites de Dios Padre hacia sus criaturas.

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Una vez más consignamos una oración de San Agustín para estos momentos de quietud, tras recibir al Señor Sacramentado. Agustín nos ayuda a invocar al Espíritu Santo.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Respira en mí

Oh Espíritu Santo

Para que mis pensamientos

Puedan ser todos santos.

 

Actúa en mí

Oh Espíritu Santo

Para que mi trabajo, también

Pueda ser santo.

 

Dibuja mi corazón

Oh Espíritu Santo

Para que sólo ame

Lo que es santo.

 

Fortaléceme

Oh Espíritu Santo

Para que defienda

Todo lo que es Santo.

 

Guárdame pues

Oh Espíritu Santo

Para que yo siempre

Pueda ser santo.


Exhortación de despedida

Llevemos a la calle el perdón que nos ha dado a todo el Padre. Todos –nosotros y los que no han venido a la Eucaristía—somos Hijos Pródigos y necesitamos del Perdón. Perdonemos para que nos perdonen. Y salgamos alegres: hemos sido perdonados.

 

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