Inicial.
Como cada domingo, estamos reunidos para celebrar la Eucaristía dominical, respondiendo a la llamada que el Señor nos hace.
A la Eucaristía, encuentro de reconciliación y comunión, venimos conscientes de que necesitamos el perdón de Dios, Padre misericordioso. Este encuentro liberador nos debe llenar de alegría, porque, como en las parábolas del Evangelio que luego escucharemos, hemos encontrado algo valioso.
Iniciamos la celebración abriendo nuestro corazón al perdón del Padre.
Primera Lectura.
El pueblo de Israel, en pleno desierto, al pié del Sinaí, se desvía del camino de Dios, que le había liberado de Egipto. Un grave pecado que merecía un buen castigo, pero Moisés intercede a favor de su pueblo y Dios se arrepiente de su amenaza.
Segunda Lectura.
Pablo, en su carta, hace una acción de gracias a Dios, por haberle hecho experimentar su misericordia y su bondad, confiándole una misión importante.
Evangelio.
Escuchemos la buena noticia del Evangelio, con un corazón confiado, porque tenemos un Padre bueno y misericordioso, que se alegra de la conversión del pecador y siempre acoge y perdona.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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