PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
El Señor nos convoca y por eso nos encontramos reunidos en su nombre para celebrar hoy el domingo vigésimo quinto durante el año. Y nos reunimos en torno a la mesa del Señor, que nos invita a escuchar su palabra y a unirnos con Él en la acción de gracias al Padre.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor nos advierte del peligro de la idolatría a las cosas materiales, enseñándonos cuál debe ser nuestra actitud, ya que siempre corremos el peligro de apegarnos a las riquezas y anteponerlas al mismo Dios. Claramente nos dice que quien sirve a este ídolo, se aparta del Señor. Y siendo todo hombre su imagen, no respetarlo o menospreciarlo es hacerlo con el mismo Dios, y es por ello que nuestra vida debe estar al servicio de los demás, a quienes jamás debemos usar para nuestro propio provecho, abusando de sus necesidades.
1ª. LECTURA: (Am 8, 4-7) (Ver texto)
Estas palabras del Profeta, dichas hace un dos mil setecientos años al pueblo de Israel, cobran tal vigencia y actualidad que nos hacen ver que nuestra conducta no se ha modificado mucho con el paso de los siglos.
SALMO RESP.: (112, 1-1. 4-8) (Ver texto)
R. ¡Alaben al Señor, que alza al pobre!
2ª. LECTURA: (1 Tm 2, 1-8) (Ver texto)
Pablo exhorta a formar una verdadera comunidad orante que participa de este modo de la función de Cristo de mediador ante el Padre.
EVANGELIO: (Lc 16, 1-13) (Ver texto)
Hoy Jesús es muy claro y terminante, nos advierte con severidad sobre el gran peligro de la riqueza, del dinero.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora, como cada domingo, oremos fraternalmente al Padre por todos los hombres, nuestros hermanos, poniendo en las manos de nuestro Padre del Cielo, estas intenciones.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"SEÑOR, QUE SEAMOS SIEMPRE FIELES A TU REINO"
v Padre bueno, porque queremos que tu Iglesia y el Papa Francisco sean siempre testimonio de tu Hijo ante los hombres y fieles a su doctrina sepan llevar a su pueblo por el camino que el Maestro señaló, te pedimos...
v Padre santo, para que nuestras Iglesias diocesanas, por el testimonio de nuestros obispos y nuestros sacerdotes, vivan en una permanente fidelidad al Evangelio de tu Hijo, te pedimos...
v Señor nuestro, para que todos los que habitamos esta nación, seamos servidores de la verdad y de la honestidad, y así podamos superar las dificultades en que vivimos, oremos...
v Señor de la vida, para que los que sufren, los abandonados, los marginados, los sin techo, los pobres de este mundo, se vean libres de cualquier clase de opresión o marginación, te pedimos...
v Padre misericordioso, para que todos los cristianos tomemos conciencia del peligro de obsesionarnos por lo material y vayamos por la vida ligeros de equipaje, esperando confiados la interpelación del Señor de cómo la estamos administrando y en qué estamos invirtiendo nuestro tiempo y nuestros afanes, te pedimos...
CELEBRANTE:
Padre de bondad, haz que todos los hombres podamos llevar una vida tranquila y de paz, entregada a tu servicio y en la que Tú seas el único Señor. Te lo pedimos unidos a Jesucristo, nuestro hermano y Señor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Junto al pan y el vino, pongamos sobre el altar una sincera disposición a servir siempre con fidelidad, a un único Dios y Señor: nuestro Padre del Cielo.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Unidos como hermanos, con inmensa alegría, renovemos ahora el memorial de la entrega por amor de Jesucristo, dando gracias al Padre.
COMUNIÓN:
La participación en el mismo y único Cuerpo de Cristo nos ha de impulsar a buscar cada vez más, el Reino de Dios que se nos ha manifestado.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que jamás me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
En esta semana que comenzamos, y en todo momento, reflexionemos: ¿Cómo estamos administrando nuestra vida? ¿En qué estamos invirtiendo nuestro tiempo y nuestros afanes? La respuesta dará, ni más ni menos, la calidad de autenticidad cristiana que llevamos en el día a día.
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