CON DIOS TODO ES POSIBLE
Hay una realidad que nos preocupa: ¿cómo hacer atractivo el mensaje y la persona de Jesús hacia una gran parte de la humanidad que dice no necesitar de Él? Hasta hace no muchos años resultaba complicado entender la cultura, el arte, la música y la misma familia sin referencia a Cristo. Hoy, por el contrario, nos encontramos ya con personas que desconocen su figura, otros a los cuales no les interesa y otros, que aun creyendo, no se sienten totalmente interpelados o transformados por esa fe que dicen profesar.
1.- Tener fe en Jesús significa fiarnos de El con todas las consecuencias. A los discípulos, como a nosotros, les ocurría tres cuartos de lo mismo: no tenían suficiente fe.
Por ello mismo, entre otras cosas, no podían expulsar ciertos espíritus malignos. ¡Les faltaba fe! ¡Su fe no era suficientemente sólida o no estaba fuertemente arraigada a Cristo! Ello era un obstáculo, como lo puede ser para nosotros, para que la fe fructifique y, que por nuestra fe, hagamos también que esa fe sea seductora con una sociedad que intenta marginarla o recluirla al ámbito privado. ¿Por qué fracasamos –teniendo tantos medios– a la hora de sembrar el evangelio? ¿Por qué tan escasas victorias cuando nos esforzamos tanto? Nos falta una fe sólida, convincente, convencida y profundamente entroncada en Jesús.El Papa, no hace mucho tiempo, afirmaba que tener fe no es lo mismo que cultivar unos sentimientos más o menos nobles en el corazón o en la vida real de las personas. La fe conlleva una adhesión personal e inquebrantable a Jesús.
2.- Nunca como hoy, el mundo que nos rodea, es un mar de problemas. La gente, muchos de nuestros conocidos, están totalmente engullidos por ellos. ¿Dónde encontrar soluciones? ¿Dónde están las respuestas? ¿Seremos capaces nosotros desde la fe, desde Jesucristo, de ofrecerlas? ¿Por qué nos cuesta tanto presentar a Cristo como una fuente de salvación? ¿Será que nuestra fe en Cristo no es tan nítida como decimos tenerla? No podemos consentir que, por nuestra debilidad, aquellos que buscan respuestas las prefieran lejos de la fe, de Cristo o de su Iglesia. Por lo menos, nos podríamos esforzar un poco más. ¿Cómo? Cultivando y fortaleciendo más nuestra propia fe.
3.- Para un cristiano el “no se puede” se puede convertir en “todo es posible”; el “yo ya no creo” ha de mudar a un “creo y me fío totalmente del Señor”. Y es que, con la fe, todo es posible. Entre otras cosas porque, con Dios, todo es alcanzable y superable. Basta con que tengamos fe, como el grano de mostaza. ¡Y a veces nuestra fe es tan invisible!
Javier Leoz
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