1.- “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará….” (Jn 14,23-29) Recuerdo que, al conseguir el permiso de conducir, un monitor después de enseñarnos y de presentarnos en sucesivas clases teóricas el código de circulación, concluía con lo siguiente: quedaos con lo más importante. No os fijéis
en el colorido de la señal y vayáis a olvidar lo que ella indica.
Si no clavamos nuestros ojos en las lecturas de este VI Domingo de Pascua, podemos llegar a pensar que, aquella primitiva comunidad cristiana, cumplía y vivía a la perfección y al milímetro todo aquel estilo de vida que Jesús les había marcado.
Es un poco la visión idílica que, en el corazón más que con la razón, nos hemos formado de aquellos hombres y mujeres.
Lo cierto es que los contrastes y las primeras discusiones pronto comenzaron a nacer en el horizonte de la fe de aquellas gentes. No todos interpretaban de la misma manera “aquellas señales” del “nuevo código” que Jesús les había dejado para entender, comprender y vivir el amor de Dios y que Dios les tenía.
De igual manera para nosotros, cristianos en este recién estrenado siglo XXI, nos puede resultar peligroso confundir señalización con verdad de fe, normas con salvación, leyes con seguridad, lo secundario….con lo indispensable.
Iban dos peregrinos, adentrándose en una bonita ciudad de España. Uno de ellos respetaba exhaustiva y meticulosamente el ceda el paso y el stop, el giro a la derecha o el giro a la izquierda. ¡No había señal de tráfico que le resultase
2.- Lo indispensable nos lo reseña Jesús: vivir según la vocación a la que hemos sido llamados. Dar la talla como creyentes nos exige, además de una autocrítica, un pedir la fuerza del Espíritu para que no nos quedemos enganchados y petrificados en lo insignificante dejando pasar de largo lo que es vida y garantía de la solidez y pureza de nuestra fe.
¿Quién nos hace de chivato de esos nuevos caminos? ¿Quién nos sugiere el dónde y el cómo?: el Espíritu Santo
--Él es en definitiva la mejor almohada donde puede descansar ese alma que todos llevamos dentro y que necesita ser contrastada con una fuerza superior que nos viene de lo alto.
--Él es, en definitiva, el mejor consejero que nos hace desempolvar aquello que merece la pena conservar y arrojar por la ventana aquello que malogra o distrae nuestro caminar con Jesús.
--Él es, en definitiva, el que inspira y empuja los derroteros de nuestro viaje en la tierra, y en la iglesia misma, para que sepamos dar el crédito, el valor justo y necesario a lo que es trigo o paja, simple continente o rico contenido, sabiduría
divina o conocimiento científico, mandamiento divino o falsas seguridades humanas.
Me gusta la opción que hacían aquellos primeros cristianos de recurrir al mejor consejero y a un necesario ministerio que Dios consolidó para su iglesia y su cometido: ministerio de Asuntos Interiores de la Iglesia presidido por el Espíritu Santo
-Hacia El se dirigen nuestras quejas y nuestros fracasos cuando nos sentimos abatidos por mil circunstancias.
-En El se nos recibe con nuevo soplo y se nos confiere nuevos bríos cuando las fuerzas nos fallan
-En El se nos escucha cuando vamos con mil ideas pero con los corazones partidos
-En El se nos alecciona para saber por dónde hemos de caminar y de dónde hemos de volver
-En El se nos nombra de nuevo, no funcionarios, y sí administradores de la Gracia de Dios.
3.- Es gratificante y fuente de serenidad el pensar que EL ESPIRITU SANTO es quien avala y sostiene esta vida de Jesús que intentamos llevar, vivir, proponer y presentar en este mundo nuestro tan seguro de sí mismo y, por otro lado, tan sujeto a mil vaivenes.
Cuando el Papa Benedicto XVI se encontraba en Brasil, no llevaba otra cosa entre sus manos y en su mente sino aquello que el evangelio de hoy proclama: “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”.
4.- TE VAS A IR, SEÑOR, PERO… ¡VUELVE!
-Vuelve e infunde claridad al corazón del que te busca y no te alcanza
-Regresa y fortalece al que te acogió por el Bautismo pero dejó languidecer su fe
-Vuelve y recupera la mente del que pensó en Ti y luego olvido tu nombre
-Regresa y haz fructificar los esfuerzos apostólicos en los que hacen falta cada vez más manos
-Vuelve y reina sobre la sensación de orfandad en la que viven muchos cristianos
-Regresa y tritura las dudas que asoman frente al horizonte de la fe
-Vuelve y cura el alzheimer de tantos seguidores tuyos que olvidaron tu mandamiento -del amor
-Regresa y sensibiliza a las personas que dicen quererte y les cuesta verte en los hermanos
-Vuelve y dinamiza el silencio y las pruebas que nos asolan en tantos momentos
-Regresa y vivifica la memoria donde un día sonó la voz del Espíritu Santo
- Vuelve y que te encontremos en los trabajos que realizamos en cada hora y en cada jornada
- Regresa por el envío de tu Espíritu Santo y trae, de nuevo, a nuestro pensamiento la intensidad de aquellas horas vividas contigo
Porque tenemos miedo a perderte, porque tememos que no vuelvas….no te vayas Señor
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