PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante.
Celebramos hoy el quinto domingo de Pascua, y nos reunimos nuevamente para celebrar nuestra fe, Jesús, el Señor, vive ahora por siempre y vive en nosotros. Su Espíritu, la fuerza de su amor, nos mueve también a nosotros y nos conduce por el camino de su fidelidad. Por esto, celebrar la resurrección de Jesucristo es celebrar esta vida nueva.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial.
Hoy el Señor nos habla del gran mandamiento: el del amor, que debemos manifestar en todos y cada uno de los actos de nuestra vida, ya que es el distintivo fundamental de los discípulos de Jesús: amarnos entre nosotros como Él mismo nos ha amado. Y este amor lo debemos hacer realidad, hoy más que nunca, en nuestra capacidad de perdonar, ya que sólo el milagro del perdón es el que puede interrumpir la espiral del odio y la violencia que anida en el corazón del hombre.
1ª. LECTURA: (Hch 14, 21b-27) (texto)
Hoy también escuchamos cómo Pablo y Bernabé llevaron el anuncio del Evangelio a los gentiles, formando entre ellos las primeras comunidades cristianas.
SALMO RESP.: (144, 8-13a) (texto)
R. Bendeciré tu Nombre eternamente,
Dios mío, el único Rey.
2ª. LECTURA: (Ap 21, 1-5a) (texto)
Esta visión de san Juan quiere hacernos palpar cuál es el término de la historia humana, cuál es el gozo que Dios ha querido prepararnos para todos los hombres.
EVANGELIO: (Jn 13, 31-33a. 34-35) (texto)
Jesús, en el Evangelio de hoy, nos da el gran mandato: que nos amemos como Él nos ha amado.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Unidos a Jesucristo y por medio de su Espíritu, hagamos ahora esta plegaria confiada, recordando lo que antes nos ha dicho: "Si ustedes permanecen en mí..., pidan lo que quieran y lo obtendrán".
GUÍA: A cada una de las intenciones responderemos orando:
"SEÑOR, ESCÚCHANOS Y DANOS TU ESPÍRITU DE AMOR"
v Porque queremos que en la voz de la Iglesia escuchemos a tu Hijo que nos llama a permanecer unidos, real y efectivamente, entre nosotros y a Él, por medio de su Espíritu de Amor, te pedimos...
v Para que podamos construir una Iglesia diocesana en la que verdaderamente nos amemos unos a otros, de la misma forma como Cristo nos amó, con la misma intensidad, con el mismo desinterés, con la misma constancia y con idéntica abnegación, te pedimos...
v Porque queremos un mundo en donde todos los hombres tengan derecho a a vivir como hombres, queridos y respetados por los demás, y que a ese principio se sacrifiquen los intereses y fronteras, para que podamos comenzar un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva, te pedimos...
v Para que todos nuestros hermanos sufrientes sientan cómo Jesús “lo hace todo nuevo” y así encuentren en Él alivio y fortaleza, y en nosotros una auténtica expresión de amor, te pedimos...
v Para que todos los cristianos, haciendo realidad en nuestras vidas el gran mandamiento del amor, antepongamos el bien del prójimo a nuestro propio egoísmo y adoptemos actitudes concretas de reconciliación, de paz y de amor con todos los hombres, te pedimos...
CELEBRANTE:
Escucha Padre, esta sencilla oración de tus hijos. Haz que en la realidad de lo que somos y hacemos, seamos fieles a lo que hemos pedido, y así el mundo en que vivimos se transforme en una gran familia donde reine el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Ofrezcamos hoy a Dios, nuestro Padre, el propósito de hacer que nuestras vidas le sean una ofrenda agradable, viviendo como verdaderos cristianos y siendo testimonios de la caridad de Cristo.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIALOGO DEL PREFACIO:
Con la firme certeza de que Jesucristo está presente en nuestra comunidad de fe, realicemos ahora, todos juntos, la acción de gracias por su amor que ha renovado nuestras vidas y todas las cosas.
COMUNIÓN:
En la íntima comunión con Jesús, por medio de este alimento de la Eucaristía, dejamos que Él nos sumerja en su corazón; y en esa comunión nos encontramos también con cada uno de nuestros hermanos.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que jamás me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Antes de separarnos, recordemos una vez más las palabras del Señor Jesús: "Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como yo los he amado". Que durante estos días y durante toda nuestra vida, sepamos vivir este amor de tal forma, que por ello nos reconozcan como verdaderos discípulos de Jesús.
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