—BIENVENIDA:
Antes de la salida del celebrante
Según una antigua tradición, la Iglesia, ni en este día ni el Sábado, celebra los Sagrados Misterios. En los templos, el altar ha de estar totalmente desnudo, sin cruz, sin candelabros y sin manteles. El sacerdote y los ministros sagrados se revisten con los ornamentos rojos requeridos para la Misa.
"El Viernes santo es un día de dolor y tristeza, porque nos hace revivir la terrible agonía y la muerte del Crucificado, después de las humillaciones de la condena y los ultrajes de los soldados y de la multitud, y después de la flagelación, la coronación de espinas y las atroces heridas de la crucifixión."
"Meditando sobre Cristo en la cruz, el creyente penetra en el tratado del supremo abandono y de la infinita resignación. El largo, oscuro y atormentado viernes santo de la historia, encuentra su explicación en el "Viernes santo" del Verbo divino crucificado."
En la primera parte, de la Liturgia de la Palabra, meditamos en Jesús Salvador y Sacerdote eterno y universal por su Pasión redentora, destacándose el aspecto glorioso de la Pasión victoriosa de Jesús. esta parte concluye con la Oración Universal.
En la segunda parte, es llevada la Cruz al altar, para luego ser adorada por toda la asamblea.
A la finalización de esta veneración está prevista una Memoria de los Dolores sufridos por la Santísima Virgen junto a la Cruz de Jesús, piadoso ejercicio que se realizaba, según una antigua tradición, en la tarde del Viernes Santo.
Y en la tercera parte, con la Comunión Eucarística, concluye esta celebración de esta jornada dolorosa.
Y ahora, en profundo silencio, porque nos encontramos ante el misterio del mismo Dios que muere por amor, pongámonos de pie para iniciar la celebración del Viernes Santo.
POSTRACIÓN:
De rodillas expresamos nuestra actitud penitencial: postrados por el pecado que reconocemos y confesamos, seremos liberados por la muerte del Señor.
ORACIÓN:
La oración sin Oremos, como pueblo sin guía, se dirige a Dios. Pidámosle nos mire con misericordia, en consideración a su Hijo.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Is 52, 13–53, 12)
El Profeta, con una profunda captación interior, nos anuncia las características fundamentales del Siervo de Dios, el porqué de su humillación, el sentido de su muerte por nosotros. Jesús vivió en plenitud este anuncio del Profeta.
SALMO RESP.: (30, 2. 6. 12-13. 15-17. 25)
R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
2ª. LECTURA: (Hb 4, 14-16; 5, 7-9 )
Escuchemos la reflexión que la primitiva comunidad cristiana se hacía sobre el sentido de la muerte de Jesús por nosotros. Y cómo ahora es fuente de salvación eterna.
EVANGELIO: (Jn 18, 1—19, 42)
El Evangelio guarda el testimonio de quienes vivieron aquellas horas últimas de la Pasión. El relato de san Juan, que leemos hoy, subraya que es Jesús quien triunfa; que Él es verdaderamente el Hijo de Dios que reina desde la Cruz.
Nos ponemos de pie y en profundo silencio vivamos este relato de la Pasión del Señor.
HOMILÍA
ORACIÓN UNIVERSAL:
En esta tarde en que Jesucristo se entrega por nosotros, hagamos una oración universal, sin fronteras, para que a todos los hombres llegue la redención del Mesías crucificado.
ADORACIÓN DE LA CRUZ:
Levantamos hoy la Cruz victoriosa del Señor para adorarla; "adoramos hoy el árbol de la cruz, en el cual fue clavado el martirizado cuerpo del Redentor: cruz que se ha convertido para nosotros en el camino que lleva a la vida. Él dice de sí mismo "Yo soy el camino, la verdad y la vida". He aquí que este camino pasa a través de la cruz."
Recibimos de pie a la Cruz cubierta y entre ciriales.
INVITACIÓN
ADORACIÓN
MEMORIA DE LOS DOLORES DE LA SSMA.VIRGEN
TRASLADO DEL SANTÍSIMO:
Vamos a comer el Pan que es el Cuerpo de Cristo, sacrificado en la Cruz para dar vida al mundo. Recordando hoy especialmente las palabras de Pablo: "cuantas veces coman, proclaman la muerte del Señor hasta que vuelva".
COMUNIÓN
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
MONICIÓN FINAL:
Como comunidad de creyentes, hemos vivido la entrega total de Cristo por nosotros hasta la muerte, una muerte en la Cruz. Prolonguemos ahora, en nuestros hogares, el espíritu de oración de estos días santos, confiando en la promesa del Señor: "Si morimos con Cristo, viviremos con Él. Si perseveramos, reinaremos con Él".
Nos reuniremos mañana a la noche para la celebración de la Vigilia Pascual.
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