Inicial.
El Señor resucitado nos convoca de nuevo en este tercer Domingo de Pascua, para celebrar su presencia salvadora en medio de nosotros, para invitarnos a comer como hizo con los apóstoles en su aparición junto al lago y para invitarnos a seguirle, a ser continuadores de su misión en el mundo.
Iniciamos la celebración de los Domingos de Pascua, con la aspersión del agua sobre nuestras cabezas, recordando con fe nuestro bautismo y renovando nuestra adhesión a Cristo resucitado.
Primera Lectura.
Los Hechos de los Apóstoles nos han dejado testimonio de cómo vivía la primera comunidad de cristianos. Hoy nos hablan de la fuerte exigencia que tenían de anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, que le lleva formalmente a desobedecer a la autoridad civil.
Segunda Lectura.
Cristo es el centro del universo. Toda la creación lo proclama a coro. Fue cordero degollado y ahora recibe la alabanza, el honor y la gloria.
Evangelio.
Tras la muerte de Jesús, los discípulos vuelven a Galilea como les había dicho. Cuando les invade el desánimo tras una noche sin pescar, Jesús vuelve para animar su tarea, devolverles la esperanza y darles ánimo para seguirle.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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