01 marzo 2022

Introducción I Domingo Cuaresma 6 de marzo

 



Al comienzo de la Cuaresma podemos tener la tentación de preguntarnos: ¿Qué me puede aportar otra Cuaresma más? Es verdad que muchos hemos visto pasar varias Cuaresmas, y quizás tengamos la impresión de que a pesar de habernos tomado en serio este tiempo litúrgico, con frecuencia seguimos en el mismo punto.

Sin embargo, la Iglesia nos vuelve a lanzar su invitación cada año, como el entrenador que invita a sus atletas al entrenamiento. El atleta serio sabe que debe esforzarse mucho en el ejercicio, sabe que su rendimiento no va a cambiar de la noche a la mañana; y, sin embargo, no deja de entrenarse porque quiere mejorar gradualmente, quiere llegar a ser mejor, y mantiene la esperanza de llegar a la meta unas fracciones de segundo antes que el segundo. Para nosotros, cristianos, el objetivo de nuestro entrenamiento cuaresmal es llegar a ser mejores discípulos, acercarnos más al Señor, fortalecer nuestra amistad con él, vivir más intensamente nuestra condición de hijos de Dios. Y los grandes ejercicios recomendados para nuestro entrenamiento son la limosna o la caridad, la oración y el ayuno.

Durante este tiempo, dejémonos interpelar por el Señor y tomemos el camino de la Cuaresma con generosidad y confianza. Corramos el riesgo de que el Señor haga de nosotros mejores discípulos, mejores hijos de Dios.

Para no desviarnos de la ruta cuaresmal, tomemos como punto de partida las Palabras con las que Jesús venció al tentador en el desierto: Acojámonos a la Palabra de Dios, que no solo es el alimento de nuestro espíritu, sino también una espada y nuestro escudo; prefiramos a Dios antes que a los ídolos que nos esclavizan; confiemos inquebrantablemente en sus promesas, aunque de momento no veamos ni de lejos su realización definitiva.

Fray Manuel Ángel Martinez Juan
Convento de San Esteban (Salamanca)

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