DOMINGO TERCERO DE CUARESMA (Lc.13,1-9).
Pedro Heredia Martínez
“El Dios en quien yo creo, no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo” (Harold Samuel Kushner).
1.- La verdad es que muchas veces hemos escuchado, aún a personas aparentemente muy religiosas que están pasando por momentos difíciles, decir palabras como estas:
“Pues yo se lo digo a Dios de verdad: Para que esté sufriendo como fulanito (a), mejor que me quite la vida.”
- Creo que esta era la misma forma de pensar de aquellos que se acercaron a Jesús a preguntarle sobre la matanza que realizaron los romanos a unos galileos en el Templo de Jerusalén o de aquellas dieciocho personas que murieron al caer la torre de Siloé.
- Es la cuestión de siempre: Ante las desgracias que nos ocurren parece que lo más espontáneo que nos viene a la cabeza, es echarle la culpa a Dios, como si a nuestro Dios, el Dios de Jesús en el que creemos, le encantara hacernos sufrir y se pareciera a Drácula, el vampiro más famoso de la novela del escritor irlandés Bram Stoker.
- Esta manera de reaccionar ante las desgracias nuestras o de los demás no es propia de la gente sencilla y humilde, he sentido también a algún cardenal diciendo en público ante desgracias muy lamentables que ocasionaron muchas muertes:
“Esto ha sido castigo de Dios.”
- Esta manera de hablar de Dios como el que se goza mandando el mal para hacer sufrir a la gente, unas veces por castigo, otras veces para probarlos y otras porque los ama o no se sabe por qué, no es el Dios que nos reveló Jesús.
ANTHONY DE MELLO cuenta que, terminada la segunda guerra mundial, una señora le comentaba a otra:
“Durante los bombardeos Dios ha sido muy bueno con nosotros, rezábamos sin parar… ¡Y todas las bombas caían en la otra parte de la ciudad!”
- Así pensaban los que se acercaron a Jesús, como nos narra el evangelio de hoy (Lc.13,1-9), y así seguimos pensando en el siglo veintiuno.
+ Este Dios sigue muy vivo en nuestros hogares y, sobre todo, en nuestros hospitales donde permanentemente está presente el mal, el dolor, las lágrimas y el sufrimiento de los hombres.
+ Este Dios no es el Dios de Jesús y así se lo dice a quienes se acercaron a él y así nos lo grita también hoy a nosotros.
Como decía el célebre rabino estadounidense HAROLD SAMUEL KUSNHER en uno de sus libros más vendidos “el problema del mal”:
“El Dios en quien yo creo, no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo.”
+ Dios no es como nosotros que no descansamos hasta que nos paguen todo el daño que nos han hecho. Dios no es vengativo.
+ Dios es, como dice la primera lectura:
“El que es... El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob” (Ex.3,14-15).
Es decir, el Dios que se hace historia con nuestra historia, el Dios que camina con su pueblo, el Dios que ríe y llora con su pueblo, el Dios que libera (Ex.3,8).
+ Dios no es un verdugo de los hombres, que todo se lo guarda para cobrárselo más tarde o más temprano; Dios no nos “espera en la bajadita” para vengarse de nadie.
Con razón decía ANTHONY DE MELLO:
“El Dios que comercia con el terror es un matón, y doblegar la rodilla ante él es de cobardes, no de devotos”.
Y el TEÓLOGO español TORRES QUEIRUGA dice:
“El día en que ante el sufrimiento de la enfermedad o de la dureza de la vida, nuestra sensibilidad espontánea no reaccione diciendo: “Señor, ¿por qué me mandas esto?... ¿Qué mal te he hecho?”; sino más bien: “Señor, sé que esto te duele como a mí y más que a mí; sé que tú me acompañas y me apoyas, aunque no te sienta...” Ese día el Dios de Jesús recuperará para nosotros su verdadero rostro. A lo mejor ese día comprenderemos también una de las mejores definiciones que se han dado de Dios: el gran compañero que sufre con nosotros y nos comprende.”
Dios no es vengativo; DIOS SIEMPRE ES AMOR.
Como cantaba a Dios JOAQUIN ARAMBURU:
“Dios es amor, verdad inconfundible.
Dios es amor. Y es tal su inmensidad,
que ante su amor no existe el imposible,
y al pecador le ofrece eterna paz.
Indigno soy que él en mí pensara.
Yo sé que no merezco su perdón.
Más con su amor me limpia y fiel me ampara.
Su gracia tengo cual precioso don.”
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