Inicial.
Como cada domingo, el Señor nos ha reunido en torno al altar, para celebrar la Eucaristía dominical, para mirar a lo más profundo de nuestro corazón y desde allí, encontrarnos con los hermanos y poder vivir juntos un tiempo de oración, de paz, de fe y de acción de gracias al Padre, por su infinita misericordia para con todos nosotros.
Este domingo es el último del Tiempo Ordinario en su primera parte, que retomaremos después de la fiesta de Pentecostés. El próximo miércoles, con la imposición de la ceniza, iniciaremos la Cuaresma.
Primera Lectura.
Dicen los sabios antiguos, que no conviene hacer juicios precipitados sobre los demás. Las apariencias muchas veces engañan. Para saber lo que hay en el hombre, hay que probarlo: “el hombre se prueba en su razonar”.
Segunda Lectura.
San Pablo nos descubre el gran objetivo de nuestra vida y el motivo por el que merece la pena mantener nuestra fidelidad al Señor.
Evangelio.
El Evangelio nos sigue narrando el sermón de Jesús, que venimos escuchando en los últimos domingos. Con varios ejemplos se nos plantea la exigencia de una nueva calidad en las relaciones humanas, basadas en la amplia perspectiva del amor de Dios, que ha venido a salvar y no a juzgar y condenar
Puestos de pie cantamos aleluya.
PETICIONES (Domingo 8º Tiempo Ordinario - C)
Por la Iglesia, para que bajo la guía del papa y de los obispos, se comprometa cada vez más con la vida de todos los pueblos. ROGUEMOS AL SEÑOR
Por los cristianos, para que cuiden su corazón y puedan atesorar en él el amor, la bondad, la justicia y la fraternidad para ofrecerlas al mundo. ROGUEMOS AL SEÑOR
Por las personas que sufren en su cuerpo o en su espíritu, para que el Espíritu Santo les conceda el consuelo de la fe y la firmeza de la esperanza para dar frutos de amor. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por los gobernantes de pueblos y naciones, para que sea el referente de su trabajo la justicia y el buscar el bien para todos. ROGUEMOS AL SEÑOR
Por todos nosotros, para que la participación de la Eucaristía nos ayude a ser pacientes y perseverantes en el amor, para llegar a gozar de la recompensa, que es Cristo. ROGUEMOS AL SEÑOR
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