15 febrero 2022

Liturgia del Domingo 20 de Febrero de 2022

 RITOS INICIALES


Domingo séptimo del tiempo ordinario
Salterio III
Color: verde

Antífona de entrada             Cf. Sal 12, 6 

Señor, yo confío en tu misericordia: que mi corazón se alegre porque me salvaste. Cantaré al Señor, porque me ha favorecido. 

Gloria

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Dios todopoderoso, que, meditando sin cesar las realidades espirituales, llevemos a la práctica, en palabras y obras, cuanto es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

PRIMERA LECTURA

El Señor te entregó en mis manos, pero no quise atentar contra el ungido del Señor.

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-14. 22-23

Saúl bajó al desierto de Zif con tres mil hombres, lo más selecto de Israel, para buscar a David en el desierto.

David y Abisai llegaron de noche, mientras Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento. Su lanza estaba clavada en tierra, a su cabecera, y Abner y la tropa estaban acostados alrededor de él.

Abisai dijo a David: Dios ha puesto a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de una sola vez; no tendré que repetir el golpe. Pero David replicó a Abisai: ¡No, no lo mates! ¿Quién podría atentar impunemente contra el ungido del Señor?

David tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie vio ni se dio cuenta de nada, ni se despertó nadie, porque estaban todos dormidos: un profundo sueño, enviado por el Señor, había caído sobre ellos.

Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacio entre ellos, y empezó a gritar a la tropa y al rey Saúl: ¡Aquí está la lanza del rey! Que cruce uno de los muchachos y la recoja. El Señor le pagará a cada uno según su justicia y su lealtad. Porque hoy el Señor te entregó en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.

SALMO RESPONSORIAL 102, 1-4. 8. 10. 12-13

R/El Señor es bondadoso y compasivo.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo Nombre, bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. 

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. 

Cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles. 

SEGUNDA LECTURA

Como hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15,45-49

Hermanos:

Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después.

El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial.

De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 13, 34

Aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como Yo los he amado, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 27-38

Jesús dijo a sus discípulos:

Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.

Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.

Credo

Oración de los fieles

Invoquemos, hermanos, a Dios todopoderoso con una oración tan pura y humilde, que merezca obtener lo que pedimos:

Por la santa Iglesia, extendida de Oriente a Occidente: para que el Señor la mantenga firme y confiada en medio de las contrariedades y tentaciones del mundo, roguemos al Señor.

Por los que tienen autoridad en el mundo, para que bajo su gobierno podamos vivir en paz y concordia glorificando a Cristo, nuestra esperanza, roguemos al Señor.

Por los que nos desprecian a causa de nuestra fe y por los que persiguen a la Iglesia: para que el Señor les conceda encontrar la verdad, roguemos al Señor.

Por los que estamos aquí reunidos en el nombre del Señor y por aquellos por los que queremos orar, para que Dios nos conceda perseverar en la fe y nos reúna un día a todos en su reino, roguemos al Señor.

Padre clementísimo, que en Cristo nos has revelado tu amor gratuito y universal, escucha nuestras oraciones y danos un corazón nuevo, para que seamos capaces de amar a nuestros enemigos y de orar por los que nos injurian, tal como nos lo mandó tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Al celebrar estos misterios con la debida reverencia, te suplicamos, Señor, que los dones ofrecidos para tu gloria nos obtengan la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Antífona de comunión Sal 9, 2-3

Proclamaré todas tus maravillas; quiero alegrarme y regocijarme en ti y cantar himnos a tu nombre, Altísimo. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Dios todopoderoso, concédenos alcanzar la salvación eterna, cuyo anticipo hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

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