Las lecturas de esta Eucaristía tienen un cierto carácter sapiencial.
El libro del Eclesiástico nos ofrece una sabia lección: para conocer cómo es una persona, en lugar de fiarnos de su apariencia, primero tenemos que escucharla, para ver cómo razona.
En el salmo 91 alabamos a Dios porque hace prosperar a los justos, es decir, a las personas de buena voluntad. Es más, Dios es el Justo, la Roca en la que debemos asentar nuestra vida.
San Pablo, en su primera carta a los cristianos de Corinto, nos dice que tras nuestra resurrección, lo que en esta vida es imperfecto y corruptible, se transformará en perfecto y eterno. Y para alcanzar la resurrección, debemos obrar según la voluntad de Dios.
El pasaje del Evangelio según san Lucas nos ofrece tres lecciones sapienciales de Jesús. La primera nos dice que el discípulo no es superior a su maestro. La segunda nos anima a corregirnos a nosotros antes de tratar de corregir a los demás. Y la tercera afirma que podemos conocer a las personas observando sus obras.
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