Después de escuchar el domingo pasado el relato de las bienaventuranzas, sigue la liturgia de este domingo recordándonos que seguir a Jesus, llamarse (o mejor, ser) cristianos no es solo cuestión de asistir los domingos a misa o ayunar en cuaresma.
Las bienaventuranzas describen los rasgos de la humanidad nueva que anhelamos y que ya podemos ver realizada en personas y comunidades que se esfuerzan por ser misericordiosas. Estos hombres y mujeres son los que contribuyen a la creación de un mundo justo, solidario y feliz.
Las bienaventuranzas nos recordaban el pasado domingo cómo actúa Dios. Y ese obrar de Dios en Jesús pasa, por el Espíritu, a ser el fundamento de la Iglesia y el obrar del seguidor de Jesús. Por eso, van dirigidas a los discípulos, a nosotros: Tenemos que comprender porque el Espíritu nos lo revela, si nos dejamos transformar en ese mismo Espíritu.
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