27 enero 2022

Liturgia del Domingo 30 de Enero de 2022

 RITOS INICIALES


Domingo cuarto del tiempo ordinario
Salterio IV
Color: verde

Antífona de entrada Cf. Sal 105, 47 

Sálvanos, Señor y Dios nuestro, congréganos de entre las naciones, para que podamos dar gracias a tu santo nombre y gloriarnos en tu alabanza. 

Gloria

ORACIÓN COLECTA 

Señor y Dios nuestro, concédenos honrarte con todo el corazón y amar a todos con amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

PRIMERA LECTURA

Te constituí profeta para las naciones.

Lectura del libro del profeta Jeremías 1,4-5. 17-19

En tiempos del rey Josías, la palabra del Señor llegó a mí en estos términos:

Antes de formarte en el vientre materno, Yo te conocía; antes de que salieras del seno, Yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.

En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que Yo te ordene. 

No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide Yo delante de ellos. Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país. 

Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque Yo estoy contigo para librarte.

SALMO RESPONSORIAL   70, 1-4a. 5-6ab. 15ab. 17

R/Mi boca, Señor, anunciará tu salvación.

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme! Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

Sé para mí una roca protectora, Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!

Porque Tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el vientre materno fuiste mi protector.

Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación, Dios mío, Tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.

SEGUNDA LECTURA

Ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande es el amor.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12,31—13, 13

Hermanos:

Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo para hacer alarde, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.

Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara.

Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 4, 18

Aleluya.

El Señor me envió a evangelizar a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado solamente a los judíos.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 21-30

Después que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es éste el hijo de José?

Pero Él les respondió: Sin duda ustedes me citarán el refrán: “Médico, sánate a ti mismo”. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm.

Después agregó: Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.

Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio.

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

Credo

Oración de los fieles

Invoquemos, hermanos, con corazón unánime y plegaria ferviente, a Dios Padre, fuente y origen de todo bien: 

Por la santa Iglesia, reunida aquí en el nombre del Señor y extendida por todo el mundo, roguemos al Señor.

Por nuestra ciudad de Santiago, por su prosperidad y por todos los que en ella moran, roguemos al Señor.

Por los que están de viaje, por los enfermos y prisioneros, por los pobres y todos los que sufren, roguemos al Señor.

Por nuestros hermanos difuntos, para que Dios los reciba en su reino de luz y felicidad, roguemos al Señor.

Dios nuestro, que en el profeta acogido por los extranjeros y rechazado en su tierra natal manifestaste el drama de la humanidad que acoge o rechaza tu salvación, escucha nuestras oraciones y haz que nunca falten en la Iglesia misioneros que, llenos de audacia, proclamen con valentía el Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Presentamos ante tu altar, Señor, los dones de nuestra entrega; te rogamos que los aceptes con bondad y los conviertas en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Antífona de comunión         Sal 30, 17-18 

Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia. Señor, que no me avergüence de haberte invocado. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Alimentados con el don de nuestra redención, te pedimos, Padre, que con este auxilio de salvación eterna se acreciente siempre en nosotros la verdadera fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario