1.- ¡Quién sabe, si hoy viviese San Lucas, no comenzaría de esta manera, elevangelio que acabamos de escuchar!
Los relatos de la vida de Jesús nos han llegado a nuestros días como el mejortestimonio y el gran legado de nuestros antepasados. La Iglesia, durante siglos hasta el día de hoy, lo ha guardado como el gran depósito de la fe por el cual, y no lo olvidemos, han dado la vida hombres y mujeres, apóstoles y hermanos nuestros con la certeza y convencimiento de que Jesús era y es la fuerza en el caminar y la recompensa en la eternidad.
¿Dónde está nuestra fe? ¿En dónde tenemos puesto el pensamiento? ¿Qué ocurre en la sociedad donde vivimos que pone en solfa hasta el testimonio más vivo de los que nos han precedido? ¿Dónde los cristianos que, se conforman con decir “lo
importante es ser bueno” pero no se dejan seducir por la Palabra de Dios?
Como San Lucas, nosotros también, hemos de fiarnos de la evidencia que nos ha llegado sobre un personaje que ha calado en el alma y en la conciencia de millones de personas: Jesucristo.
2. Jesús, y teniendo como telón de fondo la impresionante lectura de Isaías, tuvo una gran habilidad: estuvo en línea directa con el cielo y no relegó el drama de aquellos que le rodeaban: La dimensión horizontal (el hombre) y la dimensión
Su relación con Dios, personal y privilegiada, no le impedía su diálogo, interés o cercanía con los hombres de su tiempo. ¡Supo vivir con Dios y se mojó de lleno con los sufrimientos de las personas! Su referencia, continua y permanente, al cielo, era el motor que le ponía en constante movimiento por el compromiso con los pobres, atribulados y sufrientes.
La religiosidad de Jesús era un acorde perfecto: Dios y el hombre; el hombre y Dios. ¿Se puede pedir más a una fe tan pura y tan nítida como la de Jesús?
3.- Ello, por lo tanto, nos debe de sacudir nuestro interior e interpelar: ¿Cómo llevamos nuestra religión? ¿Nos sentimos ungidos y lanzados a anunciar la Buena Nueva o, por el contrario, instalados en cómodas prácticas religiosas? ¿Nos
tomamos en serio aquello de “la hora de los laicos” o seguimos soñando y pensando en una iglesia de funcionarios y excesivamente clerical? ¿Escuchamos con atención la Palabra de Dios o, por deformación, la vemos como una parte más dentro de la eucaristía? ¿Nos sirve de algo, en el comportamiento personal y social, durante el resto de la semana?
San Pablo, una vez más, nos recuerda que dentro de nuestras comunidades se mueven carismas y surgen dones nuevos. ¿Dónde están? ¿Los tenemos despiertos o dormidos? ¿Pensamos que han de ser los demás quienes hagan todo o nos
involucramos nosotros en algo?
Estamos dentro del octavario por la unión de los cristianos. Además de pedir por la unidad de todas las iglesias cristianas, hemos de orientar nuestra oración y nuestra atención a la realidad de nuestra iglesia universal, diocesana y local. ¿Cómo
estamos entre nosotros? ¿Cómo vivimos la petición del Señor “te ruego para que ellos sean uno”? ¿No estaremos poniendo el listón muy alto (pretendiendo una unión de lo imposible) y soslayando lo que nos queda más cerca?
4.- Que la Palabra del Señor, a la cual debiéramos siempre llegar con una puntualidad británica, nos ayude a comprender y entender el momento que estamos viviendo. A comprometernos mucho más con nuestra vida eclesial. A valorar, cuidar y poner en práctica los talentos de cara a la unidad en nuestra iglesia universal, diocesana o parroquial.
Mientras tanto ¡felicitémonos! El Domingo, sigue siendo para el creyente que ama y quiere a Dios, un día consagrado a El y en el que, escuchar su Palabra, es un privilegio que ayuda a la construcción de ese único y solo cuerpo que tiene como cabeza a Jesús.
Y, ¡por qué no! Pongamos, además, los ojos del rostro, del alma y del corazón en Jesús. Hoy, se sigue cumpliendo lo que hemos escuchado: ¡Jesús es la revelación del Padre!
5.- LOS OJOS…PUESTOS EN TI
Los que esperan… tienen los ojos puestos en Ti para que no les defraudes
Los que desesperan… tienen los ojos puestos en Ti para que les desesperanza
Los tristes… tienen los ojos puestos en Ti, para que les bendigas con la alegría
Los abatidos… tienen los ojos puestos en Ti, para que les levantes
Los decepcionados…. tienen los ojos puestos en Ti, para que sean optimistas
Los pobres…. tienen los ojos puestos en Ti, para que se sientan ricos
Los orgullosos… que tengan los ojos puestos en Ti, y devuélveles la humildad
Los vanidosos… que pongan los ojos en Ti, y sientan que son poco o nada
Los confundidos… tienen los ojos puestos en Ti, para que Tú les señales un camino
Los sordos… tienen los ojos puestos en Ti, para que tu Palabra los haga sensibles
Los despistados… tienen los ojos puestos en Ti, para que encuentren certezas
Los sufridos… tienen los ojos puestos en Ti, para que les ayudes en dar con la justicia
Los hambrientos… tienen los ojos puestos en Ti, para que el mundo no olvide a los pobres
Los perseguidos…. tienen los ojos puestos en Ti, para que les sean libres
Los calumniados…tienen los ojos puestos en Ti, para que sigan adelante en su verdad
Los divididos…tengamos los ojos puestos en Ti, y veamos la comunión con el Padre, en el Hijo por el Espíritu Santo. Amén
Javier Leoz
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