30 noviembre 2021

II Domingo Adviento: Comentario bíblico (2)

 

Primera lectura: (Baruc 5,1-9)

Marco: El contexto es un conjunto (4,5-5,9) que puede describirse como "quejas y esperanzas de Jerusalén" en el que la ciudad, personificada, apostrofa a los desterrados y el profeta los anima con la evocación de las esperanzas mesiánicas. Nos introduce en las comunidades de la dispersión y nos muestra cómo se conservaba en ellas la vida religiosa por medio de relaciones con Jerusalén: la oración, el culto de la Ley y los sueños mesiánicos. El sabio-poeta responde anunciando a Jerusalén la restauración mesiánica.



Reflexiones

1ª) ¡Quítate tu ropa de duelo, se acabó la esclavitud!

Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y viste las galas perpetuas de la gloria que Dios te da. Bajo imágenes, frecuentes entre los profetas y tomadas del ritual que se observaba tanto en los lutos como en las fiestas y las bodas, el sabio-poeta invita a los dispersos a avivar su esperanza, porque el Señor tiene planes de liberación. Dios está a punto de actuar con los exiliados en Babilonia y con ello será glorificado su nombre. Aunque al pueblo se le antojaba que Dios guardaba silencio ya para siempre, no es así en realidad. Dios guarda silencio para educar a su pueblo, pero en su fidelidad no puede abandonarle para siempre. Dejaría de ser Dios. La historia de los hombres, nuestra propia historia, pasa por etapas en las que también a nosotros nos parece que Dios calla, que se aleja, que se desentiende de nuestros problemas e incluso tragedias. Surgen entonces los interrogantes: ¿dónde está Dios?... ¿dónde está el Dios Padre y providente?... Incluso sentimos la tentación de dudar de su justicia. Pero es necesario estar atentos, porque con toda seguridad Dios habla y lo hace con exquisita pedagogía. El resultado final lo resume así el sabio-poeta: Paz en la justicia, Gloria en la piedad.

2ª) ¡Vuelven cantando, trayendo sus gavillas!

Ponte en pie, Jerusalén..., contempla a tus hijos gozosos como llevados en carroza real. El exilio fue una etapa temporal, un paréntesis en la historia de Israel, una pedagogía de Dios para con su pueblo al que ama como una madre a sus hijos. Recordaba el Segundo Isaías: Sión decía: "Me ha abandonado Dios, el Señor me ha olvidado". ¿Acaso olvida una mujer a su hijo, y no se apiada del fruto de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré. Fíjate en mis manos: te llevo tatuada en mis palmas; tengo siempre presentes tus murallas (Is 49,14-16). Los proyectos de Dios para con su pueblo son de paz y no de aflicción. Ciertamente nuestra historia humana está jalonada por el sufrimiento, contrariedades, preguntas acuciantes. Pero no menos cierto es que Dios está ahí para cumplir su palabra. Y más con nosotros que somos sus hijos, adoptivos, pero hijos. La esperanza engendra siempre en el corazón del hombre la alegría (Rm 12,12) y la seguridad firme (Rm 5,5). Dios nos hizo para la felicidad y nos quiere felices.

Segunda lectura: (Filipenses 1,4-6.8-11)

Marco: Motivación general de esta carta: desahogos del apóstol desde la prisión. Se trata de una acción de gracias y a la vez una entrañable súplica porque han sido colaboradores suyos en la obra del Evangelio. Una manifestación de confianza ya que Dios tiene poder para llevar a plena madurez y realización lo que gratuitamente ha comenzado.

Reflexiones

1ª) ¡Pablo vive movido por una gran confianza!

Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. La llamada de Dios tanto a la fe como a cualquier vocación específica es, de suyo, irrevocable, firme, para siempre. Dios se compromete en serio con el hombre. No juega con nosotros porque nos tiene un infinito respeto. Quiere que su llamada sea definitiva. Y tiene poder para llevarla adelante. La grandeza y el drama del hombre ha sido siempre su libertad. Grandeza porque es la cualidad más profundamente humana. Dios, al hacernos a su imagen y semejanza, nos capacitó para asumir decisiones libres. Pero se ha convertido en un drama desconcertante. En momentos de tribulación, como aquellos a los que se refiere Pablo, es necesario volver la mirada al comportamiento de Dios sin dudar de su amor y fidelidad. Dios tiene poder para llevar adelante su obra. He ahí la raíz más segura de nuestra esperanza.

2ª) ¡Desbordante humanidad de Pablo!

Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os quiero, en Cristo Jesús. La historia de la fundación de la comunidad de Filipos es aleccionadora (Hechos 16,11-40). Lucas se entretiene ampliamente en el acontecimiento haciendo una excepción a su habitual sobriedad al narrar el origen de las comunidades. Pablo sufrió duramente y siempre llevará aquella comunidad en la intimidad de su corazón de misionero. Quiero entretenerme un instante en la figura de Pablo, porque es una referencia para los ministros del Evangelio. Tanto el relato de la fundación como la carta entera expresan dos sentimientos: la capacidad de sufrimiento del apóstol y la ternura delicada que alberga en su corazón. Es importante atisbar por estas ventanas la riqueza humana de Pablo. Es necesario que los hombres nos vean ministros suyos, cierto (1Cor 4,1ss), pero también sensiblemente humanos. Pablo nació en Tarso (Cilicia), población situada en una espléndida y fértil llanura arropada por las imponentes cumbres del Taurus. Este contraste geográfico del lugar que le vio nacer marcó la humanidad de Pablo: tierno y recio a la vez.

 

Evangelio: (Lucas 3,1-6)

Marco: Es el comienzo del relato del ministerio de Jesús (los relatos de la Infancia son un amplio prólogo). Esto explica la introducción sincrónica solemne. El ministerio de Juan el Bautista es preparación para el ministerio de Jesús. Para interpretar bien esta parte del relato lucano hay que recordar el esquema global de la historia de la salvación, porque nos encontramos precisamente en la línea divisoria de dos etapas histórico-salvíficas: el tiempo de Israel y el tiempo de Jesús. En el pensamiento de Lucas, Juan el Bautista no es el precursor de Jesús, sino el último profeta del Antiguo Testamento (Lc 16,16). Con Jesús comienza algo totalmente nuevo. Por esto, este fragmento nos invita a dirigir la mirada hacia un nuevo comienzo con el ministerio de Jesús.

Reflexiones

1ª) ¡Es necesario contar con la historia!

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea... La lectura evangélica de este domingo nos invita a valorar la historia. La esperanza escatológica* del creyente en la Vuelta gloriosa de su Señor exige una mirada a la historia donde se desarrolló su primera venida. La revelación amorosa de Dios para la salvación de los hombres se realizó en la historia en la etapa preparatoria y en su plena realización: Jesús de Nazaret. Tanto la proclamación como la adhesión del creyente comienza su itinerario por el encuentro con el Jesús que vivió entre nosotros. Este encuentro forma parte imprescindible del mensaje cristiano auténtico. La humanidad de Jesús es el lugar de encuentro con la Palabra eterna de Dios y a la vez con todos los hombres (porque es el hombre ejemplar, porque es el alfa y la omega, porque lo que hicisteis con uno de los más pequeños conmigo lo hicisteis). Por eso Lucas tiene especial cuidado en situar el ministerio de Jesús en un espacio geográfico y en un momento histórico. También el mensaje de Jesús hoy debe poner especial cuidado en invitar a las gentes al encuentro con Él, que refleja el rostro verdadero del Padre y el sentido auténtico de la existencia humana. Jesús mismo nos declaró en la Última Cena que Él es el camino, la verdad y la vida. Es camino en cuanto hombre que nos conduce al Padre y, por tanto, a la salvación definitiva.

2ª) ¡Una oferta universal de salvación!

Y todos verán la salvación de Dios. Sólo Lucas recoge esta última expresión. Una salvación universal, sin fronteras étnicas, geográficas, religiosas, económicas o sociales. En ese camino de esperanza desde la Palabra y la historia, hay que contar con el desierto y con la apertura universal de la salvación. El plan que se propuso especialmente Lucas en su evangelio fue mostrar que Jesús es, con sus gestos y sus palabras, el Salvador universal. En un momento de la historia, en el que estamos tentados por toda clase de segregaciones, es necesario reavivar esta llamada universal. En nuestro entorno también sentimos esa tentación frente a los hermanos de otros países que buscan en el nuestro una mejor calidad de vida; frente a quienes nos estorban por cualquier causa social, cultural, económica e incluso familiar. Es necesario traducir la universalidad en todas nuestra relaciones cotidianas para testimoniar ante el mundo que nuestro Padre celestial no tiene acepción de personas.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario