07 octubre 2021

JESÚS NOS INVITA A SEGUIRLE SIN ATADURAS: domingo 10 de octubre

 JESÚS NOS INVITA A SEGUIRLE SIN ATADURAS

1.- El dinero no es un valor. Es sabio aquél que encuentra la auténtica felicidad. Nos lo recuerda hoy el Libro de la Sabiduría. Sin embargo, hoy fácilmente se vincula la felicidad a la posesión frenética de bienes. Pero la experiencia nos dice que esto no es verdad, no es posible que los bienes materiales nos llenen del todo. Es verdad que para el judaísmo la riqueza es signo de la bendición de Dios y recompensa a la piedad. Sin embargo, las palabras de Jesús son un camino nuevo, que está en contradicción con las creencias aprendidas por el joven del evangelio desde su niñez sobre la relación entre piedad y felicidad. El Reino de Dios es la alternativa que Jesús propone para todo el que quiera ser cristiano. Se desarrolla en el presente y tendrá su culminación en el futuro. Este texto no es para quien quiera ser más perfecto. Jesús habla para todo el que quiera ser cristiano. No se es cristiano por cumplir los mandamientos. Lo específico del cristiano no se mueve en el campo de la ética, de los mandamientos, de la conciencia: éste es el campo común a todo ser humano. La salvación está al alcance de todo ser humano, con tal de que siga las normas de su conciencia. Según este texto, ser cristiano es vivir un modelo de vida distinto de los habituales. Entrar en el Reino de Dios, es decir en la alternativa que Jesús propone, es vivir un tipo de vida en el que el dinero no es un valor. Esto sólo es posible en la medida en que se descubre otro valor radical: Dios. El descubrimiento de Dios lleva a un modelo de vida fraterno, realmente nuevo. Pertenecer al Reino significa fundamentalmente haber descubierto a Dios. A Dios se le descubre sólo como Padre. Consecuentemente, los demás hombres son hermanos míos.

2.- El peligro de las riquezas. Podemos suponer que este joven era un rico terrateniente. Le dice Jesús que cumpla los mandamientos. Da por sabido que el joven ya los conoce, y, a título de ejemplo, se limita a nombrar los que se refieren a los deberes con el prójimo. No se puede dudar de la sinceridad y de la honradez de este joven, que cumple efectivamente las normas generales de la Ley y no se contenta con ello. Por eso Jesús le mira con complacencia y con amor. Según la doctrina judía, el que daba limosna adquiría un tesoro en el cielo. Por lo tanto, la riqueza era una oportunidad para que un hombre piadoso y rico pudiese ganarse el cielo más fácilmente que los pobres. Pero Jesús propone a este joven que haga todas las limosnas a la vez y se haga a sí mismo pobre. Porque las riquezas para Jesús, lejos de ser una ayuda, son un estorbo para los que quieren entrar en el Reino de Dios. Nos separan de Dios y de los demás, nos convierten en personas autosuficientes, que no necesitan a Dios ni a los hermanos. Lo peor es que algunas riquezas han sido adquiridas injustamente….

3.- Jesús nos invita a seguirle. Le dice al joven: “sígueme". Más allá del cumplimiento de los mandamientos, más allá de las obras de caridad o de limosnas, más allá, incluso, de la pobreza voluntaria, hay un camino, comienza el camino de Jesús y de los que le siguen. La pobreza es una condición necesaria para recorrer ese camino, pero no basta para recorrerlo. El voto de pobreza no sitúa a los religiosos en "estado de perfección" entre otras razones, porque la perfección cristiana no es un estado, sino una meta, una vocación y un camino que han de seguir todos los discípulos de Jesús. Sólo el cumplimiento de este camino, que es el seguimiento de Jesús, saca al hombre de casa y de sí mismo para que se encuentre consigo en Jesucristo y, por Jesucristo, con los hombres, sus hermanos, y con el Padre. Seguir a Jesús no es propiamente "imitarle", haciendo exactamente lo que él hizo, sino hacer lo que cada uno tiene que hacer, pero como lo hizo Jesús, esto es, viviendo para los demás. Todos los ideales de este joven rico se vienen abajo ante la dificultad de cumplir la condición necesaria. No tuvo valor para dejar las riquezas. Prefirió seguir el camino de los fariseos, que veían en las riquezas una señal de la propia justicia –un premio de Dios a los justos– y un medio para acrecentarla haciendo limosnas ¿No es esto lo que hacemos muchas veces nosotros?

 

José María Martín OSA

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