Respondemos a la pregunta que nos hace Jesús si hacemos del prójimo la expresión de nuestro amor a Dios; si la fe sacude la indiferencia, nos hace acogedores y derriba los muros que nos separan y enfrentan.
He dado muchas respuestas teóricas a la pregunta de quién es Jesús. Si digo que es “el Mesías de Dios” y hablo mucho de Él pero no me abraso en su fuego que purifica y cambia el corazón, estoy mintiendo… Si rezo con frecuencia el “Padre nuestro” y mantengo ídolos que esclavizan: mi seguridad personal, mi bienestar, mi… estoy mintiendo. Si digo que es “el Mesías de Dios” y no realizo obras de sanación, de reconciliación, de justicia… estoy mintiendo.
San Pablo da la clave para no mentir en la respuesta sobre la identidad de Jesús: La fe en Cristo Jesús libera de la esclavitud de la ley. La justificación por la fe nos da una ciudadanía nueva en el verdadero pueblo de Dios: somos hijos de Dios-Padre, hermanos en medio de la historia. Por el bautismo “nos revestimos de Cristo”, fundamento de la unidad de todos los pueblos y grupos sociales.
Respondemos a la pregunta que nos hace Jesús si hacemos del prójimo la expresión de nuestro amor a Dios; si la fe sacude la indiferencia, nos hace acogedores y derriba los muros que nos separan y enfrentan.
Dejarnos transformar por el Espíritu en esta Vida de Jesús, comporta recorrer el camino de la cruz; alumbrar el Reino lleva consigo sufrir, remar contra corriente, mirando al Traspasado, garantía de Resurrección.
Sólo es creíble el Evangelio si afrontamos la vida como Jesús lo hacía: aliviando el sufrimiento, devolviendo la dignidad a los que han perdido el rumbo, acogiendo a los proscritos, invitándoles a permanecer en la casa Paterna para salir y acoger a otros perdidos.
Jaime Aceña Cuadrado cmf
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario