SUGERENCIAS PASTORALES
Al recitar el salmo pasa por mi memoria los miles y miles de cristianos contemplativos que como pararrayos sostienen la mano justiciera de Dios y son como el cuerpo de intendencia que suministra lo necesario a la militancia apostólica. El evangelio nos
insiste en la necesidad de la oración en tono imperativo. El mismo Alexis, premio Novel de medicina y ateo, convertido en su visita Lourdes entonó el salmo 114 convertido ya al cristianismo. Los judíos lo cantaban al final de la cena pascual venciendo así a veces su ánimo depresivo. Las tres lecturas son como un encuentro válido para todos los tiempos a estilo del poema del siervo de Yahvé, y Santiago con su tesis de que la fe sin obras es fe muerta. El evangelio a finales del segundo año de la
vida de Jesús nos lanza a confesar con Pedro tu eres el Mesías el Hijo de Dios, y aunque sean pocos los informes, son más que suficientes como Plinio el joven confiesa ante el Emperador y los grandes historiadores romanos no pueden silenciar esta realidad, Por eso nos atrevemos a preguntar: ¿Quién es Jesús? Y el mismo Pablo nos responde que no sabe otra cosa de este
Cristo y éste crucificado; por eso, seguir a Jesús es alistarse a la procesión de los crucificados.
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