Tema general: el misterio y la misión de Jesús son realidades que nos desbordan y requieren una constante reflexión. Jesús provocando preguntas e interrogantes dada su singularidad, personalidad y universalidad. Esta misma realidad aparece en los relatos evangélicos actuales.
Primera lectura: Isaías 50, 5-10.
Marco: Es el tercer cántico del Siervo de Yahvé desrito como quien escucha atentamente la voz de Dios para transmitirla primeramente a los miembros del pueblo de Dios y luego a todas las gentes que andan a oscuras. Dificultades que encuentra el Siervo de Dios para realizar fielmente su misión.
Reflexiones:
1ª: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios!
Segunda lectura: Santiago 2,14-18
Marco: Insiste en le tema iniciado el domingo anterior descendiendo a la práctica de modo concreto.
Tercera lectura: Marcos 8,27-35.
Marco: Este fragmento es el punto de convergencia de las dos partes de que se compone el evangelio de Marcos. Es el punto de llegada del camino del Mesías (confesión de Cesarea) y el punto de partida del camino del Hijo del hombre hacia la cruz liberadora que comienza con el primer anuncio de la kénosis final de Jesús en la Cruz liberadora. Punto de llegada y punto de partida de la gran misión de Jesús.
Reflexiones:
1ª: ¡Enigma y revelación de la identidad de Jesús!
¿Quién dice la gente que soy yo?... Y vosotros quién decís que soy yo? He ahí la pregunta fundamental de Jesús. La lectura del evangelio nos revela que la idea que tienen las gentes de Jesús, aunque espontánea, queda muy lejos de la realidad. Se admiraban ante los milagros que hacía con los enfermos ¿no será un curandero? Se admiraban de las obras que realizaba en la naturaleza ¿no será un ser divino lleno de poder contra los elementos? Le oyen hablar con autoridad ¿no será un profeta singular? Ven como expulsa a los demonios ¿no será un mago? Comparte la mesa con todos ¿no será un pecador también? Dispares respuestas a difíciles preguntas. Jesús se dirige ahora a los suyos que están más cerca, que le han escuchado mejor, que han sido elegidos para la misión ¿Quién decís que soy yo? Y Pedro responde: Tú eres el Mesías. Pero ¿qué clase de Mesías: político nacional, el Siervo, el Profeta? La continuación del relato no revela exactamente lo que pasa por la mente de Pedro y de los Doce. Pero es realmente el Mesías, esa es la gran verdad. Es el cumplimento en la historia de una larga y curtida esperanza. ¡Es el Mesías realmente! Estas preguntas o parecidas se dirigen hoy a los discípulos de Jesús, dispersos por el mundo, que formamos la Iglesia. Nos preguntan los hombres y nos faltan muchas veces respuestas convincentes. Nos pregunta Jesús también hoy y no atinamos a dar la repuesta adecuada y correcta. La Iglesia se encuentra en la encrucijada de un gran reto: el mundo pide pruebas fehacientes de la identidad y misión de Jesús y de la Iglesia. Es necesario asumir este exigente pero gozoso compromiso de ser sus portavoces, embajadores y simplemente testigos de quien tiene la respuesta verdadera para la humanidad.
2ª: ¡El escándalo de Pedro!
¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! Pedro acaba de confesar que Jesús es el Mesías. Pero un Mesías a su medida, es decir, a la del pueblo que le espera como un libertador político-social a través de un levantamiento nacional armado. Pedro mismo comparte, con mayor o menor fervor, las inquietudes de los Zelotas. Pues bien, a partir de la confesión mesiánica de Pedro, Jesús comienza la revelación del verdadero misterio del Hijo del hombre o, lo que es lo mismo, el sentido verdadero que en los planes de Dios tiene la figura del Mesías y que ha manifestado en su Palabra. Jesús vuelve la mirada a lo genuino de la Voluntad de Dios. Y lo auténtico es el camino del sufrimiento sustitutivo del Siervo. Este camino es escandaloso para Pedro, por eso se interpone en el camino del Hijo de hombre, se interpone en el camino de los planes de Dios. Por eso es calificado, con justeza, como Satán (inconscientemente está encarnando la tercera tentación). Sólo Satán es quien tiene interés en que el camino del Hijo del hombre quede interceptado, que no se realice nunca. Y este camino es el de la Cruz. En este contexto histórico de primera importancia, hay que hacer la lectura de la invitación tajante de Jesús a Pedro y a todo el que quiera ser discípulo auténtico suyo. Todo el que quiera realmente pertenecer la círculo de sus discípulos, ya sabe la tarea y el camino. Seguir a Cristo Jesús, esencia misma de la vida del creyente, no es posible más que repitiendo personalmente el camino recorrido por el Maestro: ¡el camino de la Cruz!¡Que es un escándalo para el mismo Pedro! Acabamos de escuchar una palabra dura, tajante, irreversible. ¡Pero liberadora y consoladora: y que se venga conmigo a la Cruz y a la Gloria! Sólo así se garantiza la autenticidad de nuestro seguimiento de Cristo. Sólo así comienza a tener verdadero sentido nuestra vida personal y en medio del mundo. Este mensaje necesita el mundo de hoy como lo ha necesitado siempre. Esta es la repuesta verdadera a los enigmas del hombre moderno. Pero encarnando este proyecto en nuestra vidas de creyentes ahí donde nos ha tocado vivir y realizar el plan de Dios. Sin huidas a no se sabe donde. Detrás del Maestro se llega al cumplimiento de la esperanza pasando por la Cruz.
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