25 febrero 2021

II Domingo Cuaresma: Éste es mi hijo amado. Escuchadlo

 Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente, como ningún batanero de la tierra podría blanquearlos. Y se les aparecieron Elías y Moisés hablando con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Es que no sabía lo que decía, pues estaban asustados. Una nube los cubrió con su sombra; y desde la nube se oyó una voz: «Éste es mi hijo amado. Escuchadlo». Miraron inmediatamente alrededor, y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos. Ellos guardaron el secreto, pero discutían qué querría decir con eso de «resucitar de entre los muertos».
Marcos 9, 2-10
Comentario del Evangelio
Cuando Jesús sube al monte con algunos de sus discípulos vemos que pasan dos cosas: la primera es que los apóstoles están tan a gusto que quieren quedarse allí para siempre, olvidándose de su misión en el mundo. Pero Jesús les hace bajar de las nubes, les hace ir a la realidad.

Y lo segundo es que Dios dice que Jesús es su hijo amado: no lo define como divino o perfecto, sino como amado. El amor es lo más importante de la fe cristiana. Y luego nos pide que le escuchemos, que le sigamos, que le prestemos atención. Debemos pensar si escuchamos a Jesús lo suficiente…
Para hacer vida el Evangelio
• Dios habla de Jesús como su hijo amado. Escribe el nombre de algunas personas a las que quieres.
• ¿Por qué queremos a las personas? ¿Cómo es el amor a los demás para los cristianos?
• Escribe un compromiso que te ayude a demostrar a las personas con las que convives que las quieres mucho.
Oración
¡Concédeme, Señor, la gracia de hablar a los demás de Ti con el corazón abierto, desde mi experiencia personal, desde la oración, desde el amor, de la reflexión y desde la verdad, para que puedas convertirte a través mío en una referencia entre los que quiero y conozco! ¡No permitas, Señor, que mi vida se pierda por derroteros sin interés, con agitaciones del corazón inútiles, en oraciones pronunciadas rápidamente y sin interioridad, en oraciones llenas de palabras vacías de contenido que me impiden escuchar tu voz y tu mensaje! ¡Señor, te doy gracias por tu amor, por enviarme el susurro del Espíritu y te pido que me ayudes cada día a buscar la santidad, el encuentro contigo y hacer viva en la realidad de mi vida tu presencia amorosa, misericordiosa y llena de bondad y esperanza!

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