1.- Sorprende, en estos días que preceden a la Navidad, cómo la mayoría de las “llamadas” televisivas han suprimido la practica totalidad de todo componente religioso.
–Escuchar un villancico es poco menos que dar con una aguja en un pajar
–Leer un mensaje que nos conmueva al sentimiento de Dios, es impensable
–Contemplar imágenes que nos lleven al sustrato de la Navidad cristiana, es algo “desfasado”
Es la eterna lucha, que algunos, se empeñan en mantener en contra del auténtico espíritu de la Navidad. El domingo pasado, el Papa Benedicto en el momento del ángelus, alertaba sobre el real peligro comercial que invade lo que debiera ser sobriedad e interioridad.
2.- Y, en medio de todo ello, el evangelio de hoy. Un ángel que anuncia lo que el mundo, o caprichosos intereses, se empeñan en ocultar: DIOS VA A NACER.
María, será la encargada de llevar a cabo ese nacimiento. María, como siempre, será la esclava, la que en nombre de todos y solidaria por todos, dé cumplimiento a esta grande, esperada y difícil tarea: DAR A LUZ A DIOS
Estamos a punto de quemar los últimos cartuchos de este tiempo de adviento. El adviento es anuncio, sensibilización, preparación de ese Señor que vendrá al final de los tiempos. De un Dios que, precisamente porque sorprende, puede llegar en cualquier momento y encontrarnos tan ciegos con otros anuncios que obviemos lo más importante: su llegada humilde, callada y nada espectacular.
3.- .María es esa gran pieza que nos faltaba de encajar en el puzzle pre-navideño. Isaías, Juan Bautista y la Madre de Dios, se convierten en tres antenas privilegiadas por las que acogemos la gran noticia que vamos a celebrar en estos próximos días: DIOS VIENE.
María permaneció atenta a lo verdaderamente importante. No se dejó despistar por otras voces, tal vez más seductoras, pero menos profundas. Acogió, escuchó y obedeció al ángel. Se fió de su anuncio.
Hoy, en este cuarto domingo de adviento, sería bueno desconectar de toda esa gran telaraña de telediarios que distorsionan y empañan el mensaje de la auténtica Navidad. No coloquemos, al mismo nivel, el escaparate de “en Navidad todo se puede”, “todo cuela, todo se compra, todo se bebe, todo se come y todo vale”, y el Misterio de un Dios que, sin despliegues ni grandes medios, tan sólo pretende una parte de nuestro corazón y una salida con final feliz para nuestro mundo.
María, precisamente por ello, es la mejor puerta que nos puede abrir esas rutas y enseñar aquellas calles que conducen a dar con la gruta de la felicidad, con la casa del pan, con el hogar donde las almas crecen, se oxigenan y se hacen fuertes por la fe: BELEN. Y ahí va este poema. A ver que os parece.
EL MEJOR MANANTIAL PARA LA NAVIDAD
Javier Leoz
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