03 diciembre 2020

Comentario Domingo II de Adviento

 Oración preparatoria

Oh Dios Padre: “Tanto amaste a la humanidad que nos enviaste a tu Hijo hasta hacerse hombre como nosotros”. Nos preparamos a celebrar su venida, anunciado por tus profetas de Israel y gestado en el seno de María de Nazaret. Te pedimos que tu Espíritu nos haga comprender la gran Nueva de su nacimiento. Que penetre la oscuridad de nuestro corazón con su luz radiante y nos ensanche el corazón. Que llene de esperanza y amor a tantos hombres y mujeres que sufren y lloran a lo ancho del mundo. Que inspire un gran deseo de paz y justicia en los pueblos y nos haga trabajar para conseguirlos. AMEN.

 

Mc 1, 1-8

«1Comienzo del Evangelio de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.

2Como está escrito en el profeta Isaías: “Mira, envío a mi mensajero delante de ti, el que preparará tu camino; 3voz del que clama en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas’”, 4apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

5Y acudían a él de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán confesando sus pecados. 6Y Juan estaba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre.

7Y proclamaba diciendo: “Viene detrás de mí el que es más fuerte que yo, ante quien 8no soy digno de postrarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Estamos ante el texto inicial del evangelio de Marcos. El versículo 1 es el título de todo el evangelio y está lleno de términos muy significativos y elocuentes. Comienzo evoca la primera palabra de la Biblia (Gn 1,1): al recordarnos el acto de la Creación, el evangelio se postula como una “nueva creación”, inaugurada por Jesús. De Él no se nos ofrece toda su plenitud inagotable, sino un inicio, que tiene que continuar. Evangelio: la Buena Noticia que trae Jesús o la Buena Noticia que es Jesús; término que nos indica el rastro salvador de Dios en la historia. Jesús, nombre que significa “Dios salva”. Y sus dos títulos principales: Mesías e Hijo de Dios, que sirven para estructurar todo el evangelio; cómo Jesús es Mesías (1,2- 8,30); cómo Jesús es Hijo de Dios (8,31-16,8). El comienzo, pues, tiene una densi- dad extrema.

TEXTO

Tiene una estructura ternaria, además del título (v. 1): a) la introducción, con la presentación de Juan Bautista, en continuidad con la experiencia profética de Israel (vv. 2-4); b) la parte central, que narra el impacto producido por Juan y su estilo personal (vv. 5-6); c) como conclusión, el anuncio de Juan (vv. 7-8). En el primer versículo se condensa todo lo esencial del evangelio de Marcos. Sobresale la noción de bautismo (verbo y sustantivo), único término que se repite en las tres partes del texto y que es la “marca” de inicio, la “salida” del nuevo camino que inaugura Jesús.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• El cambio de perspectiva: del “delante de ti” prometido al “detrás de mí” realizado en Juan. La centralidad de Jesús no evita la mediación de los enviados, de los mensajeros de las buenas noticias, de los evangelizadores. En el Evangelio de hoy es Juan, sus palabras y su estilo son los que abren camino a la llegada de Jesús, él es quien prepara a la gente para entrar en el ámbito de la Buena Noticia. ¿Cómo son nuestras palabras y nuestro estilo de vida? ¿Abrimos camino al Señor con nuestro mensaje alegre y esperanzador?

• En el texto se repiten algunas palabras: desierto y camino. Hay que preparar camino en un lugar difícil e inhóspito como es el desierto. No es difícil pensar que la realidad actual, por muchos motivos, tiene mucho de “desierto”; se precisa, pues, purificar la mirada del corazón para “ver de otra manera” la difícil realidad, poniendo esperanza y compromiso en lugar de quejas y abatimiento; y, después, hacer recto, hacer fácil el camino a los demás.

• Como el profeta Isaías pide, preparar el camino del Señor supone una inversión total de la realidad: lo hundido se levante, lo elevado se abaje; lo torcido se enderece; lo escabroso se iguale. Es un lenguaje muy evocador. Nos permite pensar en los “desiertos” en que nos movemos, en cómo construir caminos rectos para que puedan ser atravesados pronto. Nos invita a pensar en todo lo que está “hundido” en nosotros y a nuestro alrededor, y qué podemos hacer para “levantar” lo hundido. Y también, a conocer lo “elevado” que hay en nosotros y nuestro alrededor, para “abajarlo” hasta su lugar conveniente.

• Lo que más aparece en el texto es el bautismo, un bautismo presente y uno futuro, prometido. Es realmente llamativa esa insistencia. Es como un punto de arranque para algo totalmente nuevo: la cercanía del Reino de Dios. ¿Somos conscientes de que nuestro bautismo nos introduce en un “mundo nuevo”, el mundo de Dios? ¿Vivimos como personas nuevas?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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