20 noviembre 2020

Para fijarnos en el evangelio del domingo 22 de noviembre

 • El juicio final es universal (32): afecta a todo el mundo, sin exclusión. No se “juzga” la pertenencia a un pueblo o a otro ni a un grupo determinado. De hecho no se juzga nada. Lo que ocurre es que la luz de Dios pone de manifiesto hacia dónde cada uno ha llevado su vida.

• La manera de ser del “juez” es la que se expresa en el v. 34, que también está recogida en Lucas: No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino (Lc 12,32). Quizás también hay que tener en cuenta la actitud del padre en la parábola de los dos hijos que nos presenta Lucas (Lc 15, 28ss). No es un Dios que castigue a unos y premie a otros, sino que trabaja siempre para que todo el mundo pueda vivir con él para siempre (Jn 3,16; 5,17).

• Pero lo más significativo de esta página no es este “juicio” que no es “juicio”, sino la preocupación por los pobres, por los que son marginados, por los explotados… Es la opción fundamental de Dios, la opción que le caracteriza. La opción que hizo ya “desde la creación del mundo” (34). Y Jesús muestra esta opción de Dios identificándose con todos ellos. Esta es una afirmación teológica muy importante. Y es un anuncio: el resultado de la vida de cada uno depende de la actitud que haya adoptado en relación con ellos.

• Esta página pretende ser directa y por esto no matiza, hace una distinción radical: cuando hayamos acabado el camino de la vida estaremos en un lado o en otro, no habrá término medio. La intención es provocar ahora, cuando todavía estamos en el camino, una reacción decidida, provocar ahora un cambio en la vida de los oyentes de Jesús y de su Evangelio. Un cambio para huir de la mediocridad y para hacer una opción clara por los hermanos más pobres. Un cambio para seguir a Jesús.

• La identificación de Jesús con los necesitados de toda clase tiene muchas consecuencias, ya que Jesús se ha hecho pobre y ahora está presente de manera real en todos y cada uno de los pobres del mundo: no puede haber separación entre la fe en Dios y el amor a los demás, concretamente a los necesitados. Y es más importante el amor a los pobres que reconocer en ellos la presencia de Jesús.

• Este Evangelio nos pregunta si los pequeños, los necesitados, los pobres, marcan nuestras prioridades, el estilo de vida, el modo de plantear la economía, el sistema social…

• Pero no olvidemos que Jesús nos dice su Palabra no para hacernos sentir frustrados sino para invitarnos a volver a empezar: nos cuestiona para que podamos aprender a partir de la propia experiencia, para que podamos retomar el camino desde el punto donde estemos. Y Él espera, pacientemente, que el camino escogido sea el suyo.

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