11 noviembre 2020

Liturgia: DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DE 2020

 PREPARACIÓN: 

Antes de la salida del celebrante

 

Con la celebración de este domingo trigésimo tercero durante el año, nos aproximamos al final del año litúrgico, que culminará con la semana que se inicia el próximo domingo, solemnidad de Cristo Rey. Y el año resume simbólicamente el tiempo de la historia que media entre la Ascensión del Señor y su segunda venida gloriosa al final de los tiempos: tiempo determinado pero que desconocemos.

 

AMBIENTACIÓN: 

Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

 

Los cristianos sabes que debemos estar vigilantes en espera de la venida del Señor, al final de nuestra existencia; espera que debe orientarla hacia la patria definitiva del Cielo. Y en ese momento es cuando tendremos que dar cuenta de los dones, de las gracias, de los talentos que Él nos ha dado, y de cómo los hemos usado, en qué medida los hemos hecho fructificar; y de esto depende el premio o el castigo eterno.

 

1ª. LECTURA:  (Prov 31, 10-13. 19-20. 30-31)     (Ver texto)

 

Esta página del Antiguo Testamento anima al trabajo y a la perseverancia a aquellos a quienes el Señor ha confiado talentos para el bien de la comunidad humana y eclesial.

 

SALMO RESP.:      (127, 1-5)    (Ver texto)

 

                    R.     ¡Feliz el que ama al Señor!

 

2ª. LECTURA:     (1 Tes 1, 5c-10)     (Ver texto)

 

San Pablo es muy claro en su advertencia: nuestra vida debe ser un caminar hacia el encuentro definitivo con Cristo, vigilantes y atentos a su venida

 

EVANGELIO:    (Mt 25, 14-30)    (Ver texto)

 

Jesús nos expresa cómo se nos pedirá cuentas de los talentos que hemos recibido de Dios y cómo de ello depende nuestra vida eterna.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES:

 

CELEBRANTE:

 

Queridos hermanos, queremos que nuestro mundo avance más y mejor hacia el Reino de Dios. Invoquemos pues, confiadamente, la luz y la fuerza del Señor para esta tarea y presentémosle nuestras necesidades.

 

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

 

"QUE VENGA TU REINO, SEÑOR"

 

v Porque queremos que la Iglesia y el Papa Francisco sean el testimonio y el ejemplo para que los hombres busquen el verdadero crecimiento espiritual que los prepare a la venida de tu Hijo, te pedimos…

 

v Porque queremos que nuestra comunidad diocesana, guiada por nuestro Obispo, camine hacia ti, trabajando para construir un mundo más cristiano, te pedimos…

 

v Porque deseamos la unión definitiva de todos los que habitamos esta tierra,  así nuestro país se convierta en una patria realmente fraterna y solidaria, te pedimos…

 

v Para que los que sufren puedan descubrir en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el valor del sufrimiento, te pedimos…

 

v Porque queremos que nuestra comunidad, sepa esperar vigilantemente la venida de tu Hijo, y en esta espera luche contra el mal y el pecado en una real apertura a los dones del Espíritu y al desarrollo de las virtudes cristianas, te pedimos…

 

CELEBRANTE:

 

Padre de bondad, que eres el Señor de la historia, atiende nuestras plegarias y anhelos, y danos más esperanza para la vida, en esta espera de la gloriosa venida de tu Hijo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

 

Que nuestro compromiso de búsqueda constante de los caminos que nos conducen a Dios, sea el ofrecimiento que ahora presentamos junto al pan y el vino.

 

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

 

DIÁLOGO DEL PREFACIO:

Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")

 

La Iglesia nos invita a cantar, con gozo y agradecimiento, el amor de Dios para con toda la humanidad. Unámonos a Jesucristo en esta plegaria que, como nuestro Sacerdote, eleva a su Padre.

 

COMUNIÓN:

 

Hemos escuchado, de boca de Pablo, que somos hijos de la luz, hijos del día, por eso, unámonos ahora quien es verdaderamente la Luz: Cristo. Él nos llama a participar ahora en su banquete, para que participemos para siempre en el de la vida eterna.

 

COMUNIÓN ESPIRITUAL:

Al término de la distribución de la comunión.

 

Hermanos:

Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

 

Creo Señor mío que estás realmente presente

en el Santísimo Sacramento del altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo

ardientemente recibirte dentro de mi alma;

pero, no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente,

ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si te hubiese recibido, me abrazo

y me uno todo a Ti;

Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.

Amén.

 

DESPEDIDA:

 

Retornemos a nuestros hogares, llevando bien presente cuál es la actitud del verdadero cristiano: el vivir constantemente preparado, prevenido, en espera de la vuelta del Señor, así nunca será sorprendido por su llegada.

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