17 noviembre 2020

DOMINGO 22 DE NOVIEMBRE DE 2020 SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (DOMINGO 34º)

 


PREPARACIÓN: 

Antes de la salida del celebrante

 

"Hoy, último domingo del año litúrgico, celebramos la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo. Al término del camino de un año, la Iglesia profesa que el que fue crucificado y resucitó es el Señor del mundo y de la historia: la luz de la Pascua se proyecta sobre todo el cosmos y lo ilumina. Es la luz del amor y de la verdad, que rescata el universo de la muerte, causada por el pecado y renueva el designio de la creación, para que todas las cosas adquieran su pleno significado y se reconcilien con Dios y entre sí."

 

AMBIENTACIÓN: 

Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

 

El Señor del universo nos hace fijar hoy nuestra mirada en Jesucristo, verdadero Rey, Dueño y Señor de la historia, no como rey temporal, sino como Rey espiritual y de vida, que quiere reinar por el amor en el corazón de cada hombre,  de cada familia. Él quiere ser el núcleo de nuestra existencia y nuestras decisiones, y que nuestras actitudes y nuestras obras, nuestros pensamientos y nuestros deseos estén orientados por la brújula de su Reino.

 

1ª. LECTURA:  (Ez 34, 11-12. 15-17)        (Ver texto)

 

Este texto del Antiguo Testamento, nos presenta al Señor que viene el último día: viene a restablecer la justicia, y su preocupación es salvar y dar reposo.

 

SALMO RESP.:     (22, 1-3. 5-6)          (Ver texto)

 

                    R.   El Señor es mi pastor, nada me puede faltar

 

2ª. LECTURA:    (1Co 15, 20-26. 28)        (Ver texto)

 

San Pablo nos proclama una especia de gran Apocalipsis, y contemplamos un gran fresco de la resurrección en el que, en Cristo, todos resucitan.

 

EVANGELIO:   (Mt 25, 31-46)                   (Ver texto)

 

Jesús, en el santo Evangelio, nos habla de la retribución final en el Juicio que seguirá a la gloriosa venida del Hijo del hombre.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES:

 

CELEBRANTE:

 

Queridos hermanos, conociendo la infinita misericordia de Dios, nuestro Padre, que siempre nos escucha, unidos por la misma fe y la misma esperanza, dirijámosle ahora, por su Hijo, nuestra plegaria filial.

 

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

 

"POR CRISTO REY, ESCÚCHANOS SEÑOR"

 

v Padre, te pedimos por la Iglesia y el Vicario de tu Hijo en la tierra, para que todos los hombres reconozcamos en su permanente testimonio de la verdad, a Cristo el Señor, oremos...

 

v Padre, te pedimos por nuestros obispos y nuestros sacerdotes, para que junto a ellos formemos una comunidad comprometida con el Evangelio y en camino hacia tu Reino universal y eterno, oremos...

 

v Padre, te pedimos por nuestra querida Patria, para que tu Hijo Jesucristo vuelva a ser realmente quien reine en ella, en nuestras vidas, en nuestras familias y en toda nuestra sociedad, oremos...

 

v Dios de todo consuelo, te pedimos por nuestros hermanos más necesitados, para que sea realidad cada vez más para ellos, la alegría del Reino de Jesucristo, reino de amor y de verdad, de justicia y de paz, oremos...

 

v Padre, te pedimos por todos los que formamos esta comunidad, para que seamos los primeros en anunciar este reino y ponerlo en práctica con nuestro comportamiento de cada día, oremos...

 

CELEBRANTE:

 

Padre bueno, escucha lo que con fe te hemos pedido y concédenos el que siempre trabajemos comprometidamente para extender el Reino de tu Hijo a todos los hombres y a todo el mundo. Te lo pedimos por Él, que es Dios y contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

 

Ofrezcamos a Dios toda nuestra vida, familia, trabajo y cosas, para que siendo verdaderos testigos de Cristo, allí donde Él nos colocó, demos testimonio de fraterna entrega al servicio de nuestro prójimo.

 

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

 

DIÁLOGO DEL PREFACIO:

Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")

 

Demos gracias al Padre, de todo corazón, que en su infinita misericordia nos dio el gran don de su Hijo. Él nos ha abierto el camino del Reino y nos hace participar en la tarea de conducir por él, a todos nuestros hermanos.

 

COMUNIÓN:

 

El Reino de Cristo no es de este mundo, está dentro de nosotros. Y en esa interioridad de los corazones es donde se muestra auténtica la fuerza, el señorío de esa realeza de Cristo. Al acercarnos a comulgar, pidamos que también reine Cristo en nosotros, en esa sencillez y silencio de su Reino.

 

COMUNIÓN ESPIRITUAL:

Al término de la distribución de la comunión.

 

Hermanos:

Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

 

Creo Señor mío que estás realmente presente

en el Santísimo Sacramento del altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo

ardientemente recibirte dentro de mi alma;

pero, no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente,

ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si te hubiese recibido, me abrazo

y me uno todo a Ti;

Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.

Amén.

 

DESPEDIDA:

 

Antes de comenzar, el próximo domingo, el nuevo año litúrgico, con el tiempo de Adviento, hemos celebrado la fiesta de Cristo Rey; que nuestro propósito al despedirnos, sea el de vivir cada vez más como discípulos y seguidores de este Rey, para construir así, ya ahora, en nuestro mundo, su Reino: la civilización del amor.


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