• Ya veíamos el domingo pasado que la imagen de “la viña” (28) era frecuente en el Antiguo Testamento para hablar de Israel como pueblo de Dios (Is 5,1-7; Jr 2,21; Ez 17,6-10; 19,10-14).
• En esta parábola de hoy adivinamos, por tanto, que “el primer” hijo (28-29) es una referencia a los pecadores, los excluidos del pueblo, capaces de decir que sí con los hechos a la llamada de Dios, aunque sea tarde (Mt 20,1-16). Y “el segundo” hijo (30) es una referencia a los interlocutores de Jesús, los dirigentes del pueblo (Mt 21,23), aparentes cumplidores de la voluntad de Dios, pero cerrados a la novedad de Dios que llega en Jesucristo.
• Esta parábola sólo la encontramos en Mateo. Pero se parece mucho, tanto por los protagonistas -un padre y dos hijos- como por el contenido y mensaje, a otra que sólo recoge Lucas, la del hijo pródigo (Lc 15,11-32). Podemos leerlas en paralelo y quizás descubriremos novedades en una y otra.
• También puede sernos de interés leer otros pasajes de Mateo en los que aparece el tema de “cumplir la voluntad de Dios” (32) o, más literalmente, cumplir toda justicia, como le dice Jesús al Bautista en el Jordán (Mt 3,15) -precisamente en este debate Jesús hace referencia al profetismo de Juan (Mt 21,25-26.32)-.
• El Evangelio según Mateo usa a menudo el término justicia para designar la fidelidad total a la voluntad de Dios (Mt 5,6.10.20; 6,1.33). Con la imagen de las casas sobre la roca o sobre la arena (Mt 7,24.27), Jesús ilustra le enseñanza sobre hacer lo que Dios quiere no diciendo Señor, Señor, sino con hechos (Mt 7,21-23). Y Jesús vincula a su persona a quien hace la voluntad de mi Padre del cielo con vínculos más fuertes que los vínculos familiares (Mt 12,50).
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