17 agosto 2020

Reflexión (2): ¿CUÁL ES TU RESPUESTA? (23 de agosto)

 1.- Una pregunta clave que interroga nuestra fe. Sorprende a veces que cuando se realizan encuestas en que se pregunta "¿Se considera usted católico?", las respuestas afirmativas consigan porcentajes tan altos, del 80 o más por ciento. Sorprende porque muchas de estas personas que responden afirmativamente, luego, ante preguntas referentes a cuestiones básicas y fundamentales de la fe cristiana, responden negativamente. Y se da la paradoja, la contradicción de que hombres y mujeres que, por una parte, se afirman "católicos", por otra digan no creer -por ejemplo- en la divinidad de Jesús o en la existencia de la vida eterna.

2.- ¿Qué decimos los que nos llamamos “cristianos”? Los que nos consideramos creyentes “practicantes” muchas veces no sabemos responder a la pregunta que Jesús nos hace hoy: ¿y vosotros quién decías que soy yo? Es más fácil cumplir unos preceptos, que en el fondo no alteran nuestra vida, que “mojarse” de verdad y dejar que el Evangelio empape nuestra vida y cuestione incluso nuestras seguridades. Es más fácil responder de memoria, como un loro, que Jesucristo es el Hijo de Dios, que plantearse en serio nuestra fe cristiana. Raramente somos capaces de renunciar a nuestro dinero o a nuestro tiempo para compartirlo con los necesitados. Nos hemos fabricado una religión a nuestra manera, por miedo a comprometernos de verdad

3.- Testigos de Jesucristo. Pedro, la piedra sobre la que Jesucristo edifica su Iglesia, selló con su sangre la fidelidad al Maestro. Otros muchos dieron ejemplo de fe y entrega al Maestro. La identidad de la Iglesia está enraizada en la confesión de Jesucristo como el Hijo del Dios viviente. Y estamos aquí para hacer la misma profesión de fe y así identificarnos con Jesucristo. Tenemos que reconocer que hay muchas cosas buenas en la iglesia: muchas vidas heroicas, oración profunda, servicio generoso, hermosas tradiciones. Pero también pecado en nuestra Iglesia salpicada de escándalos. La Iglesia de Pedro está herida y siempre lo ha estado, incluso en tiempo de los apóstoles, pero está viva y luchando por hacer el bien a todos. Muchas personas se escandalizan y se alejan de Dios al contemplarnos. ¿Seremos capaces de ser de verdad testigos -mártires- de Jesucristo, como lo fue Pedro? Para seguir a Jesucristo es necesario, muchas veces, que nos neguemos a nosotros mismos y carguemos con nuestra cruz. Cada uno tenemos la nuestra…. ¿En el trabajo, en casa, en la vida pública, tienes presente lo que Jesús espera de ti? ¿Haces lo que le agrada? ¿Qué respuesta das a la pregunta que hoy te hace Jesús?

 

José María Martín OSA

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