• Esta escena nos presenta a Jesús que sale de las fronteras de Israel y entra en Fenicia, territorio pagano (21). Tiro y Sidón (21) son dos de las ciudades comerciales más importantes de Fenicia, al noroeste del territorio de Israel, a menudo reprobadas por los profetas a causa de su rebelión contra Dios (Is 23; Ez 26-28; Jl 4,4-8; Am 1,9-10; Za 9,24), pero que también habían recibido el don de Dios a través de otros profetas (2Re 17,7-24).
• En este caso, el término “cananea” (22) equivale a “pagana”. Esta “mujer” representa, pues, a los demás pueblos, los no-judíos.
• La exclamación de la mujer, “Hijo de David” (22), aparece en otros pasajes donde los protagonistas son ciegos (Mt 9,27; 20,20-31). Esta aclamación supone un reconocimiento de Jesús como Mesías, Hijo de David, tema del Evangelio de Mateo (Mt 12,23; 21,9.15) que desde el principio presenta a Jesús como al Mesías que Israel esperaba (Mt 1,1). Por tanto, la mujer extranjera, a pesar de no ser judía, se sitúa en la fe de Israel.
• Jesús ha sido enviado a “las ovejas perdidas de Israel” (24). Y ha enviado a sus Apóstoles (Mt 10,6). Diciendo esto Jesús se sitúa en la línea de la teología del Pueblo de Dios del Antiguo Testamento según la cual Dios ha hecho una alianza con Israel, un pueblo concreto, para que, si todo el mundo vive allí según su plan (Dt 8,7-18), todos los demás pueblos conocerán la revelación de Dios (Is 25,6; Is 56,1.6-7 -primera lectura de hoy-). En el Antiguo Testamento encontramos que Elías pisa la misma tierra que Jesús y hace una cosa parecida (1 Re 17,7-24). También ocurre con Eliseo (2 Re 4,1 ss). Pero no hemos de olvidar que el propio Evangelio de Mateo acaba con el envío de los Apóstoles por parte del Resucitado “a todas las gentes” (Mt 28,19). Jesús, de parte del Padre, y los discípulos, de parte de Jesús, han sido enviados para reunir a los hijos dispersos (Jn 11,52), para que haya un solo rebaño y un solo pastor (Jn 10,16).
• Dios salva desde lo concreto, utiliza el método del tú a tú: cada cristiano es apóstol-testimonio para quienes le rodean.
• Lo que cuenta, al final, es la fe de la mujer (28), la fe que se expresa en la relación-diálogo personal con Jesús, en el reconocimiento mutuo entre ella y Jesús: ella sabe quién es Jesús (22.25.27) y Jesús sabe quién es ella (22.24.28).
* La fe en Jesucristo, pues, no es una ideología, un modo de pensar… (aunque también se acaba concretando de esta manera), sino la relación-diálogo con la persona de Jesucristo.
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