PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
Hermanos, recordamos a menudo en esta reunión cristiana el anuncio de salvación para todos los hombres y muy especialmente para los más necesitados. Un anuncio que hizo realidad Jesús. Y es esta realidad de salvación la que proclamamos y celebramos cada domingo. Nos disponemos a iniciar nuestra Eucaristía de este domingo vigésimo del tiempo durante el año.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor se nos manifiesta hoy como verdadero Padre, muy cercano a nosotros; realmente preocupado por todas las necesidades que tenemos. Y es en la oración donde verdaderamente se establece esta relación con Él, y de la que depende la salvación que Él ofrece a todos los que practican en sus vidas, la verdadera justicia y solidaridad con todos, pero sobre todo, con los más necesitados.
1ª. LECTURA: (Is 56, 1. 6-7) (Ver texto)
Por la boca de Isaías, el Señor nos dice que todos aquellos que le temen y practican la justicia, podrán ser felices en su casa, en la que rezarán todos los pueblos.
SALMO RESP.: (66, 2-3. 5-6. 8 ) (Ver texto)
R. ¡Que los pueblos te den gracias, Señor!
2ª. LECTURA: (Rm 11, 13-15. 29-32) (Ver texto)
Pablo proclama la universalidad de la salvación: todos los hombres son destinatarios de la misericordia de Dios.
EVANGELIO: (Mt 15, 21-28) (Ver texto)
En el Evangelio encontramos el anuncio del mensaje de salvación que se ofrece a todos los hombres de todos los pueblos.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora hermanos, con la fe y seguridad de la mujer cananea, elevemos a nuestro Padre de las misericordias, nuestra súplica humilde y confiada.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"SEÑOR, ESCÚCHANOS Y DANOS TU SALVACIÓN"
v Por la Santa Iglesia y el Papa Francisco, para que siga proclamando hoy, con invariada fidelidad, la universalidad del mensaje cristiano, a todos los hombres y a todos los pueblos, oremos…
v Por nuestro Obispo y nuestros sacerdotes, para que junto a ellos salgamos a evangelizar y nuestra base de conocimiento de la doctrina cristiana, sea el principio de conversión de todos los que están alejados de Cristo, oremos…
v Por la paz, para que los gobernantes de las naciones eviten todo lo que pueda poner en peligro la paz del mundo, y todos los pueblos puedan alcanzarla real y definitivamente, oremos…
v Por todos los que sufren a causa de la falta de justicia y solidaridad, para que sean los beneficiarios de auténticos esfuerzos para llevarles la justicia tan largamente esperada, oremos…
v Por toda nuestra comunidad, para que nuestra fe sea sólida y nuestra oración constante e insistente, y así con nuestra labor apostólica, hagamos realidad la universalidad del mensaje de salvación, oremos…
CELEBRANTE:
Señor, toda vida, toda fuerza de salvación nos viene de ti. Haz que trabajemos por realizar en nuestras vidas y en la de nuestros hermanos aquello que, por tu Hijo, nos ha enseñado. Te lo pedimos por Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Presentemos al Padre, junto al pan y el vino, una humilde disposición a recibir su Palabra y manifestarla con fidelidad a todos los hombres.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Como cada domingo, celebramos la salvación activa y presente de Dios en nuestras vidas. El Padre nos llama a compartir su vida en la nuestra. Por eso elevamos nuestra acción de gracias.
COMUNIÓN:
La comunión con Jesucristo, nos implica la comunión con su trabajo de salvación: abrirnos a los demás, compartir, ayudar, tal como deseamos que nos ayuden a nosotros.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
DESPEDIDA:
Llevemos a nuestra vida diaria el compromiso de afianzar nuestra fe de tal manera, que los acontecimientos y pruebas que nos toca vivir, por incomprensibles que nos parezcan, sirvan para aumentar nuestra esperanza y confianza en Dios.
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