04 agosto 2020

Homilía – Domingo XIX de Tiempo Ordinario

1.- La presencia de Dios en el susurro (1 Re 19, 9a.1 1-13a)

El Señor pasa. Como a Elías, se nos invita: «Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar». Una seguridad que contrasta con la incertidumbre de los signo de su paso.

Intentando leer los signos del paso del Señor, nos vamos como Elías tras lo espectacular: el viento huracanado, el terremoto, el fuego… Todos son símbolos bíblicos que guardan su relación con la dimensión «tremenda» de la experiencia del misterio de Dios.

El relato nos quiere llevar, sin embargo, a la dimensión «fascinante»: aquel leve «susurro» en que el Señor se hace el encontradizo. Como signo de estar en su presencia, Elías «se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva». Ha pasado la noche, y Elías puede volver a caminar tranquilo con su Dios… «Solo, pero no de Dios».

2.- Las raíces del Mesías (Rom 9, 1-5)

El texto de la Carta a los romanos está lleno de una cierta añoranza teológica. El Mesías, Jesús, tiene raíces humanas. Aunque Pablo nos dice poco de la vida de Jesús (ilógico, dado el tiempo de su adhesión a la fe!) sí que refiere y repite su arraigo humano.

El arraigo del Mesías en la historia concreta lo lleva, en la lectura de hoy, a repasar los grandes hitos que jalona el acompañamiento de Dios a! pueblo de su heredad. Lo hace como judío, y la añoranza le arranca sentimientos conmovedores. Su sinceridad tiene la garantía del Espíritu: «Mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento».

Su pena y su dolor por la obstinación judía frente a Jesús son auténticos. Y son tan intensos que preferiría ser él mismo un proscrito, lejos de Jesús (¡dura afirmación de Pablo, el gran evangelizador!) con tal de que los judíos aceptaran a Jesús. Lo está diciendo quien confiesa en otro lugar: «Para mí la vida es Cristo».

Ellos, los judíos, son las raíces, tienen todo, la adopción filial, la presencia del Dios de la alianza, la ley, el culto, las promesas…, tienen a los patriarcas, «de quienes, según lo humano, nació el Mesías». Tienen todas las raíces, pero no reconocieron el fruto.

3.- La presencia de Dios en la calma y el silencio (Mt 14, 22-23)

Grande tuvo que ser la tormenta y más sobrecogedora aún la calma silenciosa para que el texto evangélico de hoy termine con una confesión de fe: «Realmente tú eres el Hijo de Dios».

Detrás de la confesión de fe, se puede adivinar una lectura teológica del milagro, concentrada en las espontáneas reacciones de Pedro. La experiencia de la tormenta es de todos: «La barca iba ya muy lejos, sacudida por las olas, porque el viento era contrario». En aquel viento tormentoso no está Jesús (primera lectura), Jesús se acerca sereno, más allá de la tormenta. Una llegada tan silenciosa que los confunde y asusta: «Creyeron que era un fantasma». La presencia de Jesús es una exhortación a la calma («Ánimo, soy yo, no tengáis miedo») en medio de una situación tormentosa.

¿Se puede creer que en medio de la tormenta, alguien se acerque dominando aquellos elementos naturales adversos? Pedro lo duda y lo quiere constatar… De nuevo, una alusión a <da fuerza del viento» que lo hunde. Hunde el viento y hace dudar… Y es que en el viento tormentoso no está Dios… Es preciso que Jesús «lo agarre de la mano». Una vez con él, «el viento amainó…» y en la experiencia de la calma silenciosa, se realiza la confesión de fe… Silencio, calma y susurro… El encuentro ha sido con quien «realmente es el Hijo de Dios».

Caminar sobre el agua

Escala hasta el Horeb, pues Dios se entrega
al hombre en el silencio de la altura…;
el viento, el sismo, el fuego… son figura,
pero es en el susurro como llega…

La viva fe que hervía en su bodega,
dio a Elías su peculiar investidura…,
no el arrojo verbal ni la bravura
de un celo, disfrazado de ira ciega.

Escala hasta el Horeb. Ora y espera…
Pon en manos de Dios tu sementera,
pues suyos son la lluvia y el tempero.

Templa el alma en la llama de su fragua…
y mientras tú caminas sobre el agua,
se llenará de trigo tu granero.

 

Pedro Jaramillo

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