“Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11, 25)
¡Qué alegría la de Jesús! Encuentra gente sencilla que ha entendido las cosas importantes de la vida. Estas gentes son para Jesús una presencia alentadora que le anima a entregar la vida en una eucaristía. Busca a tu alrededor y encuentra gentes sencillas que han entendido lo que es dar la vida, hacer el bien, ser coherentes con su fe. Alégrate.
Me asomo a tu corazón, María, y veo en él reflejadas la belleza y la ternura de Dios. Atráeme, Virgen María, caminaré en pos de ti.
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