Necesitamos
de una salvación urgente para nuestro mundo. Ante tanto acontecimiento
negro es buena la luz que nos destella la Fe. Por encima de todo, este
domingo, nos impregna de alegría: Jesús siempre será una buena nueva.
Porque
cuando el hombre vemos que ha perdido el rumbo…… Jesús, con su
nacimiento, le trae la posibilidad de reencontrarse a sí mismo en la
humildad y en la esperanza.
En
cierta ocasión un joven presumía de gustarle empaparse debajo de la
lluvia. Pero lo cierto era que, cada vez que llovía, desplegaba un
gigantesco paraguas para protegerse de ella. Un buen amigo se le acercó y
le dijo: “oye..si quieres mojarte de verdad..¿por qué no cierras el
paraguas?”
El
mensaje de salvación nos exige replegar el paraguas de nuestra
incredulidad y del relativismo: ¡qué más quieren las ideas dominantes
que releguemos a un tercer plano a Dios!. Y la actitud más apropiada es,
precisamente, dejarnos empapar totalmente por esa gran novedad que
Jesús nos trae: DIOS. Por el ambiente (no exterior de la navidad) y sí
de los sentimientos que genera el sentido auténtico de estos próximos
días: JESUS.
Ante
la próxima Navidad no podemos contentarnos con cumplir un simple
expediente como cristianos o de escuchar más o menos la Palabra de Dios.
Lo importante es que NOS VOLVAMOS TOTALMENTE A EL; que seamos como
aquella veleta que en lo más alto del templo nos dicta a las claras de
dónde y por dónde viene el viento de la fe: desde Oriente la Salvación.
En
este Domingo de la alegría ante el amigo que viene no podemos
presentarle una sonrisa profidén, una vida postiza, una fe sin obras.
Ante el Señor que llega no cabe sino la emoción del amigo que espera,
por el amigo que llega.
Lo
que más me atrae de este tiempo de Adviento es que Jesús se cuela en
medio de todo ese noticiario negro y calamitoso para abrirnos una
realidad y buena nueva: DIOS NOS AMA Y POR ESO NUNCA SE CANSARA DE NACER
DE NUEVO
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