Un nuevo año litúrgico: ¿qué esperas?
I Domingo de Adviento
1 de diciembre de 2019
1 de diciembre de 2019
Sergio Huerta Moyano, sdb
Este domingo comenzamos un nuevo año litúrgico, una nueva oportunidad de hacernos disponibles a la propuesta de Dios sobre cada uno de nosotros. Sería bueno preguntarnos ¿qué esperamos? Todos esperamos algo: el tiempo de vacaciones, un viaje, un trabajo, una pareja, aprobar unos exámenes, la lotería, curar una enfermedad, el black Friday… Pero también… ¿Esperamos algo bueno para el mundo, para la humanidad, para mí?
Espera vigilante: “Estad en vela”
Jesús nos invita a estar atentos, vigilantes… Lo hace con dos comparaciones. La primera hace referencia a lo ocurrido en tiempos del diluvio. Nadie esperaba esta terrible catástrofe. Todo el mundo vivía despreocupado, a sus cosas y tareas.
La segunda comparación la toma Jesús de la vida cotidiana. El dueño de una casa debe estar vigilante y tomar preocupaciones para proteger su propiedad contra los ladrones.
A veces pensamos que la vida se juega en grandes decisiones, en momentos estelares. Sin embargo, lo que somos lo vamos construyendo cada día, en cada oportunidad, cada encuentro, cada enfado, cada propósito… Esta vida corriente es la única que tenemos y en esa vida es donde nos tenemos que parar, decidir y pensar qué es lo importante.
«Antes del diluvio, la gente comía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos». El error es vivir constantemente centrados en lo material, cerrando el horizonte del sentido y la trascendencia. Nos vamos vaciando poco a poco, corriendo hacia el vacío interior.
Estamos invitados a estar como Noe, fiarnos de Dios y de su promesa y prepararnos para lo que puede llegar. No nos dejemos deslizar por las sendas del presentismo, del aquí y ahora sino que construyamos nuestro “arca” que nos mantendrá a flote en las borrascas de la vida.
Estar despiertos. ¡Espabila!
Quizás una de las cosas que más me sorprende a veces de los jóvenes es la apatía, el pasotismo y la desgana. A veces da la sensación de que ya han vivido todo, sin haber llegado a vivir nada.
El cristiano está enamorado de la vida; para el cristiano la vida nunca será apatía sino pasión, entrega, compromiso. No puede ser resignarse a soportar la vida, esperando al fin de semana, sino participar en la construcción de un mundo más justo.
En nuestro camino de fe el principal problema no es este o aquel fallo, sino un tono general de andar distraídos, con escasas ganas, como si valorásemos poco la vida, nuestra fe. Es decir, vivir sin ilusión.
Pero no se trata de hacer muchos compromisos de Adviento, poner mas empeño y dedicación. Sí, esto es necesario. Pero lo fundamental es descubrir que Dios viene, que la iniciativa la tiene Dios. El amor es suyo siempre. Luego viene nuestra respuesta. Por eso en el Adviento tenemos que repetir muchas veces interiormente: “Ven Señor Jesús”
Sergio Huerta Moyano, sdb
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