Inicial.
Nos encontramos
reunidos para celebrar la Eucaristía en este cuarto y último domingo de
Adviento, a las puertas ya de la Navidad. El Señor está cerca, está a la
puerta. Hoy volvemos nuestra mirada hacia María, que espera el
nacimiento de Jesús, la mujer creyente, sencilla, que confía en el Señor
y que es para nosotros modelo de fe.
Vamos a pedir en
esta Eucaristía que Dios nos dé un corazón sencillo, un corazón
confiado, donde Él pueda manifestarse, donde Él pueda nacer.
Encendemos los cuatro cirios de la Corona de Adviento, que nos indican que ya está muy cerca la Navidad, la venida del Señor.
Primera Lectura.
El profeta nos dice
que Dios salva y ofrece signos de ello al que se acoge a él. La
carencia de fe rehúsa el signo, pero Dios nos los da y nos explican lo
que significan.
Segunda Lectura.
El apóstol nos dice
que su razón de ser no es otra que anunciar el Evangelio a todos los
pueblos, para que todos los hombres conozcan la verdad de Jesucristo.
También nosotros estamos llamados a esa misión.
Evangelio.
El Evangelio nos
narra hoy la encarnación del Hijo de Dios y cómo la disponibilidad
generosa de María y José, hacen posible que los designios de Dios se
cumplan, que el Emmanuel “Dios-con-nosotros” llegue para salvarnos.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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