09 diciembre 2019

III DOMINGO DE ADVIENTO.


Resultado de imagen de 3º Domingo de adviento

En esta misa se usa el color morado o rosa.

Antífona de entrada Flp 4, 4. 5
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca.
Gaudéte in Dómino semper: íterum dico, gaudéte. Dóminus enim prope est.

Monición de entrada
Hoy es el tercer domingo de Adviento, cuya liturgia se caracteriza por la alegría ante la cercanía del Señor. Una alegría que no debe quedarse en lo puramente exterior sino que debe brotar de nuestros corazones, necesitados de la salvación que nos trae Cristo. [El tercer cirio que encendemos en nuestra corona de Adviento sea expresión de la luz que el Señor trae a nuestras vidas con su venida.]

No se dice Gloria.

Oración colecta
Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui cónspicis pópulum tuum nativitátis domínicae festivitátem fidéliter exspectáre, praesta, quaesumus, ut valeámus ad tantae salútis gáudia perveníre, et ea votis sollémnibus álacri semper laetítia celebráre. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Domingo de la III semana de Adviento, ciclo A (Lec. I A).

PRIMERA LECTURA Is 35, 1-6a. 10
Dios viene en persona y os salvará
Lectura del libro de Isaías.

El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrará la estepa y florecerá,
germinará y florecerá como flor de narciso,
festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
afianzad las rodillas vacilantes;
decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará».
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
entonces saltará el cojo como un ciervo.
Retornan los rescatados del Señor.
Llegarán a Sión con cantos de júbilo:
alegría sin límite en sus rostros.
Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10 (R.: cf. Is 35, 4)
R. Ven, Señor, a salvarnos.
Veni, Dómine, ad salvándum nos.
O bien: Aleluya.

V. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Ven, Señor, a salvarnos.
Veni, Dómine, ad salvándum nos.

V. El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.
R. Ven, Señor, a salvarnos.
Veni, Dómine, ad salvándum nos.

V. Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
R. Ven, Señor, a salvarnos.
Veni, Dómine, ad salvándum nos.

SEGUNDA LECTURA Sant 5, 7-10
Manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca
Lectura de la carta del apóstol Santiago.

Hermanos: esperad con paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.
Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas.
Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya Cf Is 61, 1 (Lc 4, 18ac)
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha enviado a evangelizar a los pobres. R.
Spíritus Dómini super me; evangelizáre paupéribus misit me.

EVANGELIO Mt 11, 2-11
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los cojos andan;
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan
y los pobres son evangelizados.
¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

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