Moniciones
LA CORONA DE ADVIENTO
La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo se encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.
OTRAS POSIBILIDADES
Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.
Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.
El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”
MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos bienvenidos a la Eucaristía. Vamos a agasajar a María, Nuestra Madre, en este Segundo Domingo de Adviento. Celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen, tal como han decidido los obispos españoles. Y esa idea –la de concepción sin pecado de María-- estuvo antes en el corazón del pueblo que en la aprobación oficial de la Iglesia. En España nada menos que desde el siglo XVII y luego por todos los países católicos. Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, declaró la concepción sin pecado de la Virgen como Dogma de fe. Es, por tanto, una fiesta que tiene un origen popular pleno que nos inunda de alegría. María está presente en nuestra espera de la Redención, que eso es el Adviento. Es mensajera especial de nuestra esperanza en ese milagro portentoso de que el Dios omnipotente se haga Hombre y venga a salvarnos. Y ahora dispongámonos a encender la segunda vela de nuestra Corona de Adviento.
BENDICIÓN DE LA SEGUNDA VELA DE LA CORONA DE ADVIENTO
MONICIÓN
Señor Jesucristo, tu venida, tu cercanía, lo transforma todo,
convierten este vetusto y abrumado mundo nuestro
en germen de un cielo y una tierra nuevas,
y a nosotros, débiles y pecadores,
en constructores de tu Reino y heraldos de tu presencia amorosa.
Al encender estas dos velas en la corona de Adviento,
queremos manifestar nuestro deseo de acoger tu llamada
a preparar los caminos y alzar nuestra voz para que,
quienes tienen hambre y sed de justicia
logren experimentarte próximo
y sepan que aquí estas Tú, nuestro Dios.
R. Amén
(Se acerca una persona y enciende el segundo cirio)
Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (Otro canto apropiado)
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Oiremos en la primera lectura, el relato del Libro del Génesis en que Adán y Eva fueron tentados por la serpiente. Y tiene especial significado hoy pues si Eva sufrió un engaño que iba a afectar a toda la estirpe humana, María de Nazaret estuvo libre de la herencia de Eva –el Pecado original— siendo su ausencia de pecado, el primer paso para la Redención.
S.- El salmo 71 era para los judíos del tiempo de Jesús una plegaria de espera a la venida de Dios o de su Mesías. Parece, pues, muy indicado para este Segundo Domingo de Adviento
2.- En la segunda lectura, Pablo habla a los romanos y les revela que el Reino de Jesús ya fue anunciado de antiguo en las Escrituras y que ese anuncio es motivo de esperanza. También vale para nosotros, hoy en el siglo XXI, pues la llegada de Jesús cambiará el mundo.
3.- No hay escena más bella y emocionante en los Evangelios. Es la que cuenta Lucas sobre la anunciación del Arcángel Gabriel a María y sobre el alto destino que Dios había elegido para ella. Gabriel se presenta para pedir permiso a María. No lo dudó y aceptó la altísima misión de ser Madre del Redentor. Dios no se impone. Dios cuenta, siempre, con nuestra libertad. Tengámoslo en cuenta.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
En este día tan especial, el sacerdote navarro, Javier Leoz, nos ofrece esta plegaria dedicada a María en su fiesta de la Inmaculada Concepción
YO QUSIERA EN ESTE DÍA, MARÍA
Decirte que eres Inmaculada, hermosa,
limpia y sin resquicio para la duda
Decirte que eres Inmaculada
es aspirar, aunque me digan lo contrario,
a lo que en tus entrañas acogiste
con dulzura, verdad y radicalidad evangélica
Amén
Exhortación de despedida
La fiesta de María Inmaculada, en medio del Adviento nos ha dado –seguro— fuerzas renovadas para convertirnos al Señor que viene. Jesús, el Salvador está cerca. El Niño Dios nacerá en Belén para la salvación de todos sus hermanos.
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