• Jesús, en los Evangelios y en la vida, hace continuamente las dos cosas que describe el v. 11: “hablar —anunciar— del Reino de Dios” y “curar a los que lo necesitaban” (Lc 5,15.1 7; 6,18; 9,11). Palabra y acción. Palabra eficaz, no palabra vacía. Es decir, Palabra inseparable de la acción, acción inseparable del Anuncio. También lo podemos decir de otras maneras: “el Reino de Dios” (11) que se anuncia se hace presente en la acción.
• Por eso podemos decir, también, que la presencia de Jesús —que “habla” y“cura” (11)— es ya la presencia del “Reino de Dios” (11).
• Los “cinco panes” y los “dos peces” (13) “servidos” (16) a un “gentío” (14) se convierten en signo de la presencia del Reino.
• Refuerza esa idea el trasfondo que hay del Antiguo Testamento, donde hallamos anuncios proféticos que hablan de la abundancia de los tiempos mesiánicos con la imagen del banquete — como aquí, donde “comieron todos y se saciaron” (17)—: En aquel día preparará el Señor de los ejércitos, para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre [….] el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país [….] Aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios […] celebremos y gocemos con su salvación” (Is 25, 6ss). Por otra parte, el Antiguo Testamento tiene textos paralelos a éste (2Re 4,42-44). Y otros en los que Dios alimenta a su pueblo en pleno desierto (Ex 16; Dt 8,3.16; Sl 78,24-25.29; 105,40; Sab 16,20-26).
• La nota del evangelista, cuando dice que “comieron todos y se saciaron” (17), es para indicar —siendo anuncio de que el Reino de Dios ya está aquí, que ya lo preguntamos ahora—, que todos están llamados a él, empezando por los pobres.
• “Las sobras” (17) son signo de la generosidad de Dios manifestada en Jesús.
• Los “doce cestos” (17) hacen alusión a los “Doce” (12). Son, los “doce”, el signo del conjunto, de la totalidad de los convocados al banquete del Reino. Representan a toda la Iglesia, la que Dios convoca.
• En cuanto a las actitudes que refleja el texto, los “doce” parece que quieren resolver los problemas “despidiendo a la gente” (12). Es una tentación que tenemos todos —los “doce” nos representan a todos— los que formamos parte de la Iglesia en todas las épocas.
• Jesús, en cambio, tiene como estilo propio implicar a aquellos con los que actúa (13).Es decir, cuenta con la responsabilidad, la respuesta (13.15-16) de los que hacen equipo con él. Es así, y sólo así, como se produce el milagro de compartir lo que hay.
• La Eucaristía nos recuerda que Jesús está vivo y actúa en la Iglesia, y nos hace pre-gustar la presencia del Reino de Dios entre nosotros.
• Nos acercamos a la Eucaristía porque tenemos “necesidad” de la acción de Jesús (11).
• El Cuerpo de Cristo “eucarístico” es inseparable del Cuerpo de Cristo “eclesial”. Comulgar nos pone en comunión con toda la Iglesia, nos compromete con toda la Iglesia.
• Y formar parte del Cuerpo de Cristo es inseparablemente, comprometido radicalmente, aquellos y aquellas con quienes Cristo se une y estar vinculado con los pobres, por los que lo da todo.
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