12 abril 2019

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo de Ramos

¿Sabes qué vamos a hacer esta mañana? Vamos a tener un desfile. (Pase los instrumentos mientras continua.) Así es, ¡un desfile! He traído muchos instrumentos, cosas que hacen ruido y banderas suficientes para todos. Veamos, ¿cómo llamaremos nuestra parada? Ya sé, le llamaremos El desfile de la alabanza. ¡Vamos a tener un desfile de la alabanza para Jesús! Si tienes un kazoo puedes tocar “Cristo ama a los niños.” ¡Va a ser un gran desfile! (Termine de entregar los instrumentos y dirija a los niños marchando alrededor del templo.) ¡Vamos!
¡Tremendo! Eso fue excitante, ¿no? Pocas cosas hay tan excitante como un desfile. ¿Has participado en algún desfile alguna vez? Seguro que sí. Tal vez fue un desfile del circo, o uno en Navidad, pero estoy seguro de que has ido a uno. A veces el desfile es parte de una gran celebración. El desfile que hicimos hoy me recuerda de algo que ocurrió en la ciudad de Jerusalén alrededor de 2000 años atrás.

Jesús y sus seguidores estaban viajando a la ciudad de Jerusalén. La ciudad iba a tener una celebración llamada la Pascua que duraba una semana. ¿Has estado en alguna fiesta que dure una semana? Bueno, mientras ellos caminaban, llegaron a un lugar llamado el Monte de los Olivos. Pararon allí y Jesús les dio unas instrucciones especiales a sus discípulos: “Vayan a la aldea de enfrente, y al entrar en ella van a encontrar un pollino (un burrito) amarrado, en el cual ningún hombre se ha montado jamás; desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?” le responderán así: “Porque el Señor lo necesita.”
Así que los discípulos fueron y encontraron al burrito según les había dicho Jesús. Y, cuando desataban el pollino, sus dueños les preguntaron: “¿Por qué desatáis el pollino?” Mmm. . . ¿Qué era lo que ellos tenían que decir? ¡Correcto! Ellos dijeron: “Porque el Señor lo necesita.”
Los discípulos trajeron el burrito a Jesús; y echaron sus mantos sobre el pollino para que Jesús tuviera un asiento cómodo mientras iba por el pueblo. Rápidamente se regó la noticia de que Jesús vendría. Jesús tenía mucha fama porque la gente había oído que había sanado enfermos y aún resucitado a personas. Mientras Jesús entraba al pueblo se reunió una gran multitud. Y a su paso tendían sus mantos por el camino, frente a Jesús. Cortaban y tiraban ramas de las palmas y le saludaban diciendo: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!”
Parecería como un desfile al Jesús ir por las calles de Jerusalén y todas las personas mover sus manos y gritar. Aun siendo todo esto tan excitante, las personas realmente no sabían quién era Jesús. Ellos pensaban que él iba a establecer un reino terrenal y que haría grandes cosas para ellos aquí en la tierra. Ellos no entendían que su reino estaba en el cielo. Pocos días después esas mismas personas que estaban gritando: “¡Hosanna!”, gritarían “¡Crucifícale!” porque no era la clase de rey que ellos querían.
Hoy, las Buenas Nuevas son que Jesús es Rey. Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Estamos aquí para alabarlo y gritar: “¡Hosanna!” ¿Sabes lo que esa palabra significa? Quiere decir “Salvo ahora.” Por eso es que gritamos hosanna porque sólo Jesús salva, Él salva.
Querido Padre, nuestras voces se unen con las voces del pueblo de Jerusalén de alrededor de dos mil años atrás. ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor. Él es nuestra esperanza y nuestra salvación. En su nombre oramos. Amen.

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