12 abril 2019

ENTRA, AMIGO Y REY

Asciende y entra, Rey y Señor, a Jerusalén,

porque si no lo haces, tampoco, nosotros,

podremos ascender a la gloria que nos prometes.

Déjate aclamar, aunque suenen a hueco y flameen estériles

muchos de nuestros ramos y palmas

Adéntrate camino de la Pasión, porque sin ella,

estaríamos descorazonados

y sin posibilidad de billete con vuelta.

No mires, Señor, a la tiniebla que mañana te espera,

pues necesitamos de Ti para que, la nuestra, no sea eterna




Te esperábamos, Señor,

aunque, hoy te digamos ¡viva! y, mañana gritemos ¡muera!

Hoy nos adherimos a Ti, Señor,

para luego, aun siendo los mismos, decir no conocerte

Sube humildemente, Rey, amigo y Señor,

y si te escandaliza este triunfo, cuando tanta sangre espera,

perdónanos, Señor.

Somos así, incluso los que más te queremos

los que en la intimidad, más hemos convivido contigo:

No entendemos esta entrada en humillante pollino

no comprendemos el por qué una cruz al mejor hombre

nos resistimos al triunfo si ha de pasar primero por la muerte



Avanza, Rey, amigo y Señor

Porque si te detienes fuera de los muros de la ciudad

el hombre quedará definitivamente sumido en su mala suerte

o el cielo puede que se cierre definitivamente

la cruz quedará sin nadie que la domine sobre sus hombros

sin poder salvar, así, a toda la humanidad de la incertidumbre que le asola.



¡Cómo no bendecir tu nombre, Señor!

Si eres Palabra cumplida al detalle

Esperanza de los profetas

Manos apropiadas y valientes para el madero

Cena que, en Jueves Santo, esperamos gustar

Frases que, en Viernes Santo, estremecerán todavía más nuestro llanto



¡Cómo no exaltar tu nombre, Señor!

Cuando sabemos, que al final,

después de las espinas y del dolor

del vértigo y de la muerte

gritaremos lo que Tú, tantas veces nos repetiste:

hay que morir para dar abundante fruto.

Y, si algo tienes Tú, Señor, es mucho para darte

y otro tanto para exigirte.      

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