(Misa con niños, catequistas y padres)
Prepara: Javier Leoz
*Objetivo: seguir a Jesús implica buscar el bien de las personas
Idea: el amor de los cristianos tiene que ser universal y distinto al que el mundo nos enseña en las revistas, en la televisión o el que escuchamos o vivimos con nuestros amigos.
1. MONICION DE ENTRADA
Una vez más, y ojala no lo olvidemos nunca, el amor de DIOS que es grande e inagotable, nos convoca en esta eucaristía.
Estamos a punto de iniciar la Santa Cuaresma el próximo miércoles de ceniza. ¿Por qué no nos comprometemos a hacer el bien a las personas que más cerca tenemos? Pidamos al Señor, en esta Misa, que descubramos que la mayor felicidad que podemos tener es dándonos a los demás.
Que sepamos, porque es verdad, que la fuente del amor está en Jesús. Sin El es muy difícil ser buenas personas o ser como El quiere.
Nos ponemos de pie y cantamos: CRISTO TE NECESITA PARA AMAR
2. PENITENCIAL
a) La sociedad en la que vivimos nos enseña a dar siempre y cuando nos den algo a cambio. Señor ten piedad (salen dos personas. Uno vende y otro paga. Puede ser una bolsa con la palabra “cosas”)
b) Por lo que sea, en muchos momentos de nuestra vida, incluso allá donde vivimos ocultamos lo que somos: hijos de Dios. Cristo ten piedad (puede salir un niño/joven con una careta blanca)
c) Nuestro amor, por ser excesivamente humano, es muy limitado. Amamos a quien queremos, somos amigos de quien queremos y…a muchos dejamos de lado. Señor ten piedad (sale un niño/joven con una hoja donde ponga, por ejemplo, “Pedro, Ana, Miguel” simbolizando el “pequeño grupo de amigos”)
3. MONICION A LAS LECTURAS
El Señor valora mucho el cómo somos por dentro: nuestra personalidad. Las lecturas que vamos a escuchar nos traen a la memoria la humanidad del rey David, el amor sin condiciones que hemos de ofrecer a Dios (según San Pablo) y, en el Evangelio, unas señales que nos identificarán como amigos de Jesús: la generosidad, la apertura, el perdón o el amor sin fronteras. Os invito a que escuchemos con atención.
4. PETICIONES
a) Para que la Iglesia nos recuerde en todo momento que tenemos más cosas en común que diferencias. Roguemos al Señor.
b) Para que allá donde nos encontremos sepamos comprender los errores de los demás; para que no seamos duros con nuestros juicios; para que nos abramos a todos y no dejemos a nadie fuera de nuestra amistad. Roguemos al Señor.
c) Por los que trabajan en los gobiernos de la tierra. Para que sean respetuosos con sus ciudadanos. Para que no piensen que, con el poder, se puede ofender y dividir a los hombres y mujeres. Roguemos al Señor.
d) Para que no destruyamos las vidas de las personas. Pidamos, especialmente, por aquellos que mienten, difaman y venden la fama de las personas buenas. Roguemos al Señor.
e) Finalmente, pidamos al Señor que nos quitemos la máscara de la pereza, la máscara de la desilusión, la máscara de la mentira o del rencor. Roguemos al Señor.
5. OFRENDAS
a) El amor y el trato delicado a los demás, lo queremos representar en esta Misa con este algodón. Que busquemos siempre motivos y razones para querer y ayudar a cuantos nos necesitan.
b) Ser como Jesús quiere, sin su fuerza, es imposible. Por eso mismo queremos traer hasta el altar el secreto para conseguirlo: DIOS (un cartel con la palabra DIOS)
c) Finalmente, sin nuestra presencia en la Eucaristía, se nos olvidaría muchas veces lo que somos: hermanos. Que el pan y el vino que ofrecemos a Jesús, sea nuestra promesa de vivir como El vivió y de tener las mismas actitudes que El tuvo.
6. ¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR! (responderemos todos)
La de la sordera,
para que pueda escuchar con nitidez tu voz
La del odio,
para que pueda amar sin distinción
La de la maldición,
para que pueda desear siempre el bien
La de la debilidad,
para que presente mi mejilla donde sea necesario
La del egoísmo,
para que nunca mire lo qué doy ni a quién doy
La de la conformidad,
para que no exija lo que no me pertenece
¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!
La de los malos modales,
y sea así delicado con mis hermanos
La de la maldad,
para que disfrute sembrando semillas del bien
La del usurero,
para que no busque más beneficio que el ser feliz dando
La de la dureza,
para que brote en mí la comprensión
La de la severidad,
para que sepa entender y comprender los defectos de los demás
La de la discordia,
para que vea amigos y no adversarios
¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!
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