06 febrero 2019

Miércoles IV de Tiempo Ordinario

Hoy es 6 de febrero.
Cada día Dios tiene algo que decirte. Cada día y con palabras sencillas, él se dirige a lo profundo de tu corazón. Haz silencio. Toma conciencia de lo hermoso que es existir, del milagro que supone la vida. Haz espacio en ti para la palabra de Dios. Siente que tu vida es un regalo, haz silencio en lo más profundo de ti, escucha.
Jesús Maestro, enséñame a escuchar,Jesús Señor, muéveme a servir,Jesús Hermano, ayúdame a comprender,Jesús Salvador, haz que pueda perdonar.
Jesús Pastor, hazme fuerte para guiar,Jesús Amigo, dame paz para consolar,Jesús la Puerta, que mi puerta pueda abrir,Jesús la Luz, fascíname con la verdad. 
Jesús Peregrino, llévame a caminar,Jesús Crucificado, da sentido a mi dolor,Jesús Trabajador, anima mi trabajo,Jesús Resucitado, afirma mi fe. 
Jesús Alegría, comunícame el gozode darme a los demás.Jesús, maestrode Esteban Gumuccio SSCC (letra), «Un recado de Dios»

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 6, 1-6):
Jesús fue a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?” Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
El evangelio nos muestra a Jesús regresando al lugar de su infancia. A la sinagoga de Nazaret. Se trata del lugar donde escuchó las historias y los poemas de la Biblia, donde le enseñaron a leer, donde aprendió a escuchar la palabra de Dios. Hoy es a él a quien le corresponde hablar. Y lo hace como un maestro. Pienso en las palabras de Jesús que más me impresionan, que me provocan o me seducen. Las traigo a la memoria y las dejo resonar en mí.
Sus palabras provocan el asombro, la murmuración, la duda, el escándalo. La gente teniéndole delante no es capaz de ver quién es y comprender por qué sus palabras y sus gestos son los que son. Jesús se da cuenta y lo afirma. La presencia de Dios, en la vida de un hombre, en ocasiones queda oscurecida por la tendencia humana a poner etiquetas. Me pregunto si mi manera de pensar, a veces, también me impide comprender.
El evangelio comienza con Jesús entrando en su pueblo. Y termina presentándolo como un hombre itinerante. Pienso en ese doble equilibrio entre pueblo y camino, hogar y futuro, raíz y vuelo. Todos tenemos algo de ambos. Pienso en cuál es mi raíz y cuál es mi camino. También hoy y en cómo Dios está en ambos.
Al leer de nuevo el texto, imagina que entras en esa sinagoga, donde Jesús está enseñando. ¿Qué verías en él? ¿Qué quieres encontrar en Jesús?
En cualquier lugar del mundo estás en presencia de Dios. Todo espacio es el centro de un círculo en el que su amor te envuelve. Busca en lo cotidiano los signos de Dios. Vive la vida muy atento, cada encuentro es un milagro. Cada palabra dicha con amor te revela algo. Pon tu mirada en Jesús, aprende de su libertad, busca vivir como él.
Dios te salve Maríallena eres de gracia,el Señor es contigo.Bendita tú eres,entre todas las mujeresy bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.Santa María,Madre de Dios,ruega por nosotros pecadoresahora y en la hora de nuestra muerte.Amén.

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