21 febrero 2019

LITURGIA DEL DOMINGO 7º DEL TIEMPO ORDINARIO “C” 24 DE FEBRERO DE 2019

R I T O S    I N I C I A L E S

CANTO DE ENTRADA.
Dios nos convoca, venid y escuchemos su voz.  La mesa ha preparado su pan es salvación.  Gracias Señor por ser tus invitados.

Venid celebrad la palabra, venid acoged la verdad. Y en hermandad cantad la Nueva Alianza. 
   
SALUDO Y  MONICIÓN.

ACTO PENITENCIAL.

GLORIA.

ORACIÓN COLECTA.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7‑9. 12‑13. 22‑23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí.
David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él. Abisay dijo a David: «Dios pone hoy al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir». 
David respondió: «No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?».
David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó. Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo.

David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores. Y que el Señor pague a cada uno según su justicia y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».
     PALABRA DE DIOS

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 102.
Antífona: El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen.
  
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios   15, 45‑49

Hermanos: 
El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante.
Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual.
El primer hombre, que proviene de la tierra, es terreno; el segundo hombre es del cielo.
Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo.
Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial. 
PALABRA DE DIOS

ALELUYA.
Antífona: Os doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—: que os améis unos a otros, como yo os he amado.  

EVANGELIO. 
Lectura del santo evangelio según San Lucas 6, 27-38.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
PALABRA  DEL SEÑOR

HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
Te vengo a ofrecer, te vengo a ofrecer, ¡oh mi Salvador!  El vino y el pan, el vino y el pan de nuestro sudor.

Te vengo a ofrecer, te vengo a ofrecer con todo mi ser, el vino y el pan la tierra y el sol y mi corazón.  El vino y el pan la tierra y el sol y mi corazón.    

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:
Donde hay caridad y amor, allí está el Señor, allí está el Señor.

Una sala y una mesa, una copa, vino y pan, los hermanos compartiendo en amor y en unidad.  Nos reúne la presencia y el recuerdo del Señor, celebramos su memoria y la entrega de su amor.

Invitados a la mesa del banquete del Señor, recordamos su mandato de vivir en el amor.  Comulgamos en el Cuerpo y en la Sangre que él nos da, y también en el hermano si lo amamos de verdad.

Este pan que da la vida y este cáliz de salud nos reúne a los hermanos en el nombre de Jesús.  Anunciamos su memoria, celebramos su pasión, el misterio de su muerte y de su resurrección. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Con la fuerza de tu Cuerpo y de tu Sangre, queremos, Señor, hacer un mundo nuevo y una historia distinta, sin clases divididas, ni odios duraderos, sin animosidades, ni discordias.

Un mundo, donde nadie se vea explotado por nadie, donde los hombres se sientan próximos los unos de los otros, y todos nos podamos sentar a la misma mesa, en fraternidad.

Un mundo en el que dé gusto vivir, trabajando juntos, con espíritu de equipo, por el bien de todos.

Seguros de alcanzarlo, nos lanzamos al empeño, aún a riesgo de morir en el intento.  Ayúdanos, Señor.

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN Y DESPEDIDA.

Canto.
Anunciaremos tu reino, Señor, tu reino, Señor, tu reino.

Reino de paz y justicia, reino de vida y verdad.  Tu reino, Señor, tu reino.

Reino de amor y de gracia, reino que habita en nosotros.  Tu reino, Señor, tu reino. 

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