06 diciembre 2018

EN SANTA MARÍA ESTÁ EL INICIO DE NUESTRA SALVACIÓN


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Por Antonio García-Moreno

1.- SATANÁS. - El Apocalipsis presenta al demonio como dragón rojo enfrentado con la Mujer que dará a luz al Salvador. El Génesis como serpiente que engaña a nuestros primeros padres. En otros momentos se habla de él, pero sin dar detalles de su aspecto. Pero siempre como un ser maligno y poderoso, un enemigo de Dios y del hombre, que no cesa de intrigar y de intentar hacer daño. San Pedro dice que es un león rugiente que merodea en busca de alguien a quien devorar. Su acción maléfica sigue presente en la Historia, la maldad alcanza tales límites que sólo se encuentra explicación en la acción e influencia de un ser diabólico. Ignorar su existencia y su poder es la mejor manera de caer en sus redes. Y no digamos si, en lugar de huir, el hombre se le acerca o llega, en el colmo de su locura, a dar culto a Satanás. Entonces las tinieblas entran en el interior del hombre, haciendo de su vida un infierno.

2.- JESUCRISTO. - San Pablo era consciente de la existencia del demonio, de su acción maléfica permanente. Por eso dice que nuestra lucha es con los poderes del infierno, incluso confiesa que un ángel de Satanás le abofetea... Pero al mismo tiempo está persuadido del poder omnímodo de Dios, del valor infinito del sacrificio redentor de Jesucristo, en el cual hemos recibido toda clase de bendiciones y hemos sido elegidos para que seamos santos, nos predestinó para que seamos hijos suyos.


El Príncipe de este mundo es poderoso, pero mucho más lo es el Príncipe de la paz. El Apóstol estaba persuadido de que así era y que nada ni nadie le separaría del amor de Cristo. Por eso exclama que todo lo puede en Aquel que le fortalece. Y aunque sabe que lleva su tesoro en vasija de barro, no se desanima y pelea, corre para no quedar descalificado...Sí, también tú y yo somos débiles, pero también a nosotros Jesucristo nos salva.

3.- SANTA MARÍA. - En Santa María está el inicio de nuestra salvación, de ella nace Jesucristo, el vencedor del Maligno. Ella fue la elegida por Dios para que fuera su madre. En ella pensó desde la eternidad como pieza clave de la Redención... Paro eso la colmó con su gracia, la hizo inmaculada desde el momento de ser concebida, sin que la mancha del pecado original empañara el brillo de su grandeza. Fue la excepción de la regla, según la cual todos los descendientes de Adán participaban de su pecado.

El pueblo cristiano se pronunció por esta verdad antes de que la Iglesia, a través del Papa y los Obispos, se pronunciaran por esa verdad que, aunque no está expresamente revelada en las Escrituras, sí se contiene implícitamente en el relato de la promesa de redención por medio del descendiente de la Mujer y en el saludo que el arcángel Gabriel, "Llena de gracia", dirige a la Virgen... El recuerdo vivo de estos hechos nos llena de paz y de alegría, y también de amor a nuestra Madre Inmaculada.

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