1.En cierta ocasión se juntaron un grupo de científicos para analizar la
belleza y la pureza de una excepcional seda enriquecida con diversos oros.
Vinieron desde continentes distintos; desde países lejanos en culturas,
tradiciones y formas de vida.
Una vez que se pusieron
manos a la obra habrían de definir entre todos “aquel misterio” tan
extraordinario que guardaba aquel tejido: estaba resplandeciente
como en el momento de su confección, limpio como en sus primeros días, sin
fisuras y perfecto en sus colores y líneas.
Después de muchas disquisiciones, todos y por unanimidad,
llegaron a la conclusión que la construcción del bordado, debido a su calidad y
a su oro, inexplicablemente había resistido al paso de los siglos: era algo sencillamente extraordinario tan
único en su género que hubiera parecido ser tejido y bordado por las manos del
mismo Dios.
2.Hoy es la fiesta
de la Inmaculada Concepción:
María es ese
bordado que escapa a toda racionalidad humana. Antes y después sigue siendo una
criatura limpia porque, el mismo Dios, la dejó y la quiso intacta,
resplandeciente, pura y bella. Aunque su dogma fuera declarado no hace
mucho tiempo, todo es poco para expresar lo que desde muchos siglos el pueblo
cristiano y sencillo sintió de antemano: INMACULADA DESDE SIEMPRE¡¡¡¡
María, en su Inmaculada
Concepción, es aquella
mujer privilegiada cuyo “SI” en Nazaret sigue resonando con emoción e
intensidad: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 2)
María es aquella
joya que lejos de ser estudiada por la ciencia (que todo lo racionaliza, lo
enfría y hasta lo frivoliza) se nos presenta abierta en cuerpo y alma a lo que
siempre es un posible para Dios: “Has encontrado Gracia ante El”
María es aquella que
escucha y atiende, oye y practica dejando que gima en su interior el rostro
humanado de Dios.
María es aquella
seda que tira, y nunca se rompe, hacia el espíritu cristiano de la navidad. Nos
empuja hacia ese Jesús que se hará presente en la noche más dichosa y esperada
del año
María es
aquel bordado pensado y meditado por Dios desde hace muchos siglos en cuyo
bastidor aparecen desde el principio, y para que no exista confusión, las
iniciales de Jesús hombre y salvador.
María es aquel
resultado final donde resplandece el auténtico sentido de la Navidad: Dios se
hace hombre en el seno virginal de una nazarena
María es la
sencillez encarnada. Ha sido, y lo sigue siendo, el clamor popular junto con
los impulsos del corazón creyente lo que nos hace gritar a los cuatro vientos
que no hay nada parecido a esta mujer que, aún viviendo un tiempo en la tierra,
sigue brillando y destellando en lo más alto del cielo.
María, en su
pureza, pone al descubierto esas otras coordenadas de corrupción y de
desencanto, de lodos y de hipocresías, de soberbias y de humillaciones, de
muertes y de esclavitudes que nos rodean y hasta nos confunden.
Precisamente por esto último, hay una parte del mundo que vivirá al margen de
esta celebración mariana, porque no le interesa interpelarse sobre tanta zafiedad
en la que le gusta nadar, presumir e incluso pavonearse.
3.Todos hemos sido testigos en varias ocasiones como los atletas de natación,
antes de zambullirse en el agua, cogen fuerza e impulso en el trampolín. A mí
se me ocurre que, María, en este tiempo de adviento se convierte en plataforma donde
Dios se hizo hombre como nosotros. Donde el hombre coge altura para llegar a
Dios. Donde Cristo se reviste de nuestra humanidad para descender hasta el
mismo hondón donde nos encontramos.
¡Bendita la Navidad que llega!. La necesitamos para calmar aguas, oleajes
y hasta aquellas tormentas que nos impiden vivir con la misma tesitura,
transparencia y la misma felicidad con que lo hizo María. En este tiempo en el que tanto se habla de
desahucios, hay uno que no es menos grave: el desahucio espiritual. Aquel en el
que el hombre aleja de sí mismo ese rincón, el alma, en el que puede aprender a
ser feliz si cuenta con Dios. Como lo hizo María.
Que en este Año
Santo de la Fe, aprendamos a vivir con intensidad este tiempo de adviento de la
mano de la Madre.
Javier leoz
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